El sermón del Papa a los obispos húngaros: “Les pido que muestren siempre un rostro acogedor hacia los que vienen de fuera”

  • Francisco, en un extenso discurso, les ha llamado a ayudar a una “democracia que necesita consolidarse”
  • “Detrás de un vestido de tradiciones religiosas se pueden esconder muchos lados oscuros”, ha alertado
  • El Pontífice ha recordado que “Hungría necesita un renovado anuncio del Evangelio”

El papa Francisco, con los obispos de Hungría

“Como obispos, les pido que muestren siempre, junto con los sacerdotes y colaboradores pastorales, el verdadero rostro de la Iglesia: es madre. Un rostro acogedor hacia todos, incluso hacia los que vienen de fuera, un rostro fraterno, abierto al diálogo. Sed pastores que tengan la fraternidad en el corazón”. Este ha sido el mensaje que ha dejado el papa Francisco a los obispos durante su extenso discurso en el Museo de Bellas Artes de Budapest. Unas palabras que ha querido entregarles por escrito para que las relean.



Francisco se ha permitido sugerirles tres indicaciones para llevar a cabo su misión episcopal: ser anunciadores del Evangelio, testigos de la fraternidad y constructores de esperanza. Y es que “el ministerio episcopal no sirve para repetir una noticia del pasado, sino que es una voz profética de la actualidad perenne del Evangelio en la vida del Pueblo santo de Dios y en la historia de hoy”, ha recalcado.

Ser anunciadores del Evangelio

“No olvidemos que el encuentro con Cristo está en el centro de la vida de la Iglesia. A veces, sobre todo cuando la sociedad que nos rodea no parece entusiasmada con nuestra propuesta cristiana, la tentación es encerrarnos en la defensa de instituciones y estructuras. Su país está experimentando hoy grandes cambios que afectan a toda Europa en general. Después del largo tiempo en el que se le impidió profesar la fe, con el advenimiento de la libertad hay nuevos desafíos que afrontar, en un contexto en el que el secularismo crece”, ha explicado.

Y ha continuado: “Las estructuras, las instituciones, la presencia de la Iglesia en la sociedad solo sirven para despertar la sed de Dios en las personas y llevarles el agua viva del Evangelio. Por lo tanto, esto se requiere de ustedes obispos sobre todo: no la administración burocrática de las estructuras, dejen que otros hagan esto; no la búsqueda de privilegios y ventajas. Por favor, sean servidores. Siervos, no príncipes”.

“¿Qué te estoy pidiendo? La pasión ardiente por el Evangelio. Fidelidad y pasión por el Evangelio. Ser testigos y anunciadores de la Buena Nueva, difusores de alegría, cercanos a los sacerdotes y a los religiosos, ejercitando el arte de la escucha”.

En este mismo sentido, les ha recordado las “cuatro cercanías del obispo”: la cercanía a Dios, la cercanía entre los obispos, la cercanía a los sacerdotes y la cercanía al pueblo de Dios. “Para ser obispo hoy, siempre, pero recalco, hoy, hay que practicar el arte de la escucha. Y no es fácil. No temas dar espacio a la Palabra de Dios e involucrar a los laicos: serán los cauces por los que el río de la fe volverá a irrigar Hungría”, ha señalado.

Ser testigos de fraternidad

“Su país es un lugar donde personas de otros pueblos han vivido juntas durante algún tiempo. Varias etnias, minorías, confesiones religiosas y migrantes también han transformado este país en un entorno multicultural. Esta realidad es nueva y, al menos al principio, da miedo. La diversidad siempre da un poco de miedo porque pone en peligro la seguridad adquirida y provoca la estabilidad conseguida. Frente a las diferencias culturales, étnicas, políticas y religiosas, podemos tener dos actitudes: cerrarnos en una rígida defensa de nuestra llamada identidad o abrirnos al encuentro con el otro y cultivar juntos el sueño de una sociedad fraterna”, ha reflexionado el Pontífice.

Bergoglio tiene claro que si quieren que “el río del Evangelio llegue a la vida de las personas, haciendo brotar también aquí en Hungría una sociedad más fraterna y solidaria, necesitamos que la Iglesia construya nuevos puentes de diálogo. Que el estilo de la fraternidad se convierta en un signo luminoso para Hungría. Así, se configurará una Iglesia en la que especialmente los laicos, en todos los ámbitos de su vida, se convertirán en levadura de la fraternidad evangélica”. “¡Que la Iglesia húngara sea constructora de puentes y promotora del diálogo!”, ha resaltado

Ser constructores de esperanza

“Si ponemos el Evangelio en el centro y damos testimonio de él con amor fraterno, podemos mirar el futuro con esperanza, aunque hoy estemos atravesando pequeñas y grandes tormentas. Esto es lo que la Iglesia está llamada a difundir en la vida de las personas: la certeza tranquilizadora de que Dios es misericordia, que nos ama en cada momento de la vida y está siempre dispuesto a perdonarnos y volver a levantarse”, ha indicado el Papa.

Asimismo, ha subrayado: “La tentación de quebrantarse y desanimarse nunca viene de Dios, nunca. Viene del enemigo, pero se nutre en muchas situaciones: detrás de la fachada del bienestar, detrás de un vestido de tradiciones religiosas, se pueden esconder muchos lados oscuros”.

Según sus palabras, “la Iglesia en Hungría ha tenido recientemente la oportunidad de reflexionar sobre cómo la transición de la era de la dictadura a la de una nueva libertad es una transición marcada por contradicciones: la degradación de la vida moral, el tráfico de drogas, hasta al flagelo del tráfico de órganos y tantos hechos sobre niños, asesinados por esto. Hay problemas sociales: las dificultades de las familias, la pobreza, las heridas que afectan al mundo de los jóvenes, en un contexto en el que la democracia aún necesita consolidarse”.

Por ello, “la Iglesia solo puede ser protagonista de cercanía, dispensadora de atención y consuelo para las personas, para que nunca se dejen robar la luz de la esperanza. El anuncio del Evangelio revitaliza la esperanza porque nos recuerda que en todo lo que vivimos Dios está presente, nos acompaña, nos da coraje, nos da creatividad para empezar siempre una nueva historia”, ha remarcado.

El Papa les ha pedido que, “ante las crisis, sociales o eclesiales, sed siempre constructores de esperanza. Como obispos del país, tenga siempre palabras de aliento. Que no se encuentren en tus labios expresiones que marquen distancias e impongan juicios, pero que ayuden al Pueblo de Dios a mirar al futuro con confianza, ayuden a las personas a convertirse en protagonistas libres y responsables de la vida, que es un don de gracia para ser acogido, no es un rompecabezas que resolver”.

Francisco ha concluido sus palabras recordando que “Hungría también necesita un renovado anuncio del Evangelio, una nueva fraternidad social y religiosa, una esperanza que se construya día a día para mirar el futuro con alegría. Ustedes son los pastores protagonistas de este proceso histórico, de esta hermosa aventura”.

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