En su reciente visita a Hungría, Francisco de Roma dirigió a sus obispos un mensaje que en mucho se parece al dedicado al episcopado mexicano hace cinco años. En aquella ocasión les dijo: “No se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del Señor”, y también, “… Si tienen que pelearse, peléense como hombres, a la cara”. Ahora se dirigió con palabras semejantes al episcopado húngaro: “Por favor, sean sirvientes. Siervos, no príncipes“, y “… Procuren llevar sus diferencias a la unidad y no busquen el camino de los enredos”.
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Es de resaltar tal semejanza. ¿Será que todos los obispos del mundo presentan actitudes principescas, y en vez de dirimir sus disensos de frente lo hacen cubiertos con la sombra del cuchicheo? ¿O sólo los mexicanos y húngaros padecen de tales trastornos eclesiales?
Más allá de esta afinidad episcopal, llamaron la atención las “cuatro proximidades” que el Papa argentino compartió con los obispos magiares. En primer lugar, la cercanía a Dios, que sólo se logra a través de una permanente oración. También entre ellos mismos, los obispos. Se preguntó Francisco: “¿Discutimos? Discutimos. ¿Gritamos? Gritamos, pero como hermanos”.
Una tercera proximidad es con los sacerdotes, quienes con frecuencia se quejan de no ser escuchados por sus obispos, a los que no sienten como un padre cercano. La cuarta cercanía es con el pueblo de Dios, de donde han salido todos los obispos.
Creo que las orientaciones papales valen no sólo para los jerarcas católicos, sino para todos nosotros.
En efecto. Cercanos con Dios, a través de un diálogo constante, en el que escuchamos más de lo que hablamos.
Próximos con nuestros pares, enriqueciéndonos con sus aportes y compartiéndoles nuestras certezas.
Cercanos con nuestros equipos de trabajo, con nuestros familiares más cercanos, dispuestos a servirles, prestos para lo que se les ofrezca.
Próximos con los pobres y vulnerables, en especial con los migrantes, con quienes el respeto se traduce en trato igualitario.
Pro-vocación
Joseph Ratzinger acaba de publicar su reciente libro: ‘La verdadera Europa: identidad y misión’. La prensa ha resaltado la oposición del Papa emérito al matrimonio homosexual, al que califica como una deformación de la conciencia. Habrá que leer el texto completo, escrito por el más reconocido teólogo católico, todavía vivo.