Cada 4 de octubre es fiesta grande en las casas de las diferentes ramas franciscanas. También muchas asociaciones relacionadas con los animales o la ecología celebran en este día algún acto especial. Y es que el 4 de octubre es la fiesta de san Francisco de Asís, el ‘poverello’ del siglo XII que desde la pobreza y la austeridad renovó la Iglesia y la Vida Religiosa florecilla a florecilla.
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Su impronta llega hasta nuestros días y cuando Jorge Mario Bergoglio tuvo que elegir un nuevo nombre parece que tardó poco en pensar precisamente en este san Francisco, no en el jesuita Francisco Javier o en el obispo Francisco de Sales. Vida Nueva analiza en este día lo que va del fundador de los franciscanos al Papa de las periferias.
1. “Una Iglesia pobre para los pobres”
Francisco se Asís antes de ser el fraile mendicante de hábito desgastado era Giovanni di Pietro Bernardone, hijo de un comerciante acaudalado de Umbría. La pobreza y el cumplimiento estricto de los Evangelios como única regla fue su máxima.
Este deseo ha estado en el corazón de Francisco como Papa desde el cónclave. Él mismo ha comentado como el cardenal Claudio Hummes le dijo, cuando la votación era evidente: “No te olvides de los pobres”. “Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís”, relató.
2. El deseo de paz
Hay otra razón junto para elegir el nombre de Francisco, el santo que compuso la oración ‘Haz de mí un instrumento de paz’. “Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís”, señalaba en el primer encuentro con los periodistas.
Los mensajes de Navidad y Pascua, así como las intervenciones antes los líderes mundiales que acuden en el Palacio Apostólico ponen de manifiesto el compromiso concreto de Francisco por la paz. Como el santo de Asís se plantó antes los dirigentes eclesiales y sociales de su tiempo, el Papa ha puesto en el mapa conflictos que estaban llamados a olvidarse.
3. Por la Casa común
San Francisco es también el santo de la ‘Hermana Tierra’. “Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena”, decía al explicar el nombre.
Así lo ha demostrado con la primera encíclica ecológica ‘Laudato si’’. Este documento y las actuaciones papales al respecto han sido un espaldarazo a la preocupación ecológica ante los más escépticos –ya sean políticos, líderes religiosos o ciudadanos de a pie–.
4. Un Iglesia frente al clericalismo
El impulso misionero, Francisco de Asís lo vivió siendo un simple religioso que no se ordenó sacerdote llegó como misionero a Egipto o Tierra Santa. Este enfrentamiento a los poderosos como al sultán o ante la Curia Romana coincide con la denuncia continua de Francisco ante el clericalismo y el abuso del poder.
El ‘poverello’ tuvo que vencer también muchas resistencia y divisiones internas o la aprobación de una regla nueva. Como él también Francisco tiene fuego amigo ante las reformas y los nuevos proyectos que reclaman más Evangelio y más misericordia para la Iglesia.
5. Por las periferias del mundo
Un momento clave en la propia conversión personal de san Francisco de Asís –así lo inmortalizan las series y películas junto con el desnudo ante su padre al rechazar este la nueva vocación– es el beso en la mano tras darle una limosna a un leproso que le salió al camino. “Lo hacía ya por Cristo crucificado, quien, según el profeta, apareció despreciable como un leproso”, escribiría días después.
A Bergoglio le hemos visto como obispo de Buenos Aires besando los pies de un niño leproso o en la plaza de san Pedro ante un enfermo con un evidente tumor. Un beso que integra a los que están en la periferia, los devuelve al camino…