El milagro
El hecho de que Francisco haya dado vía libre a la beatificación de Albino Luciani, tras reconocer su intercesión en la curación de una niña con encefalopatía epiléptica, hace que la lista de papas del siglo XX que están, de alguna manera en los altares, se incrementa. Este hecho, hace que surja la pregunta de que si tiene la Iglesia que declarar santos a todos los papas.
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Juan XXIII murió a los 81 años en 1963 y fue canonizado por el papa Francisco el 27 de abril de 2014 –tras ser beatificado por Juan Pablo II en el jubileo del año 2000–. En 2018 el papa Francisco canonizó a Pablo VI –fallecido en 1978 a los 80 años–, completando la santificación de los papas del concilio Vaticano II.
En los próximos meses se celebrará la beatificación de Juan Pablo I, atendiendo más a la santidad de su vida más allá de los 33 días de su pontificado. Juan Pablo II murió en la Pascua de 2005 a los 84 años y fue canonizado en la en la misa celebración que Juan XXIII en 2014, en una audaz carambola de diplomacia vaticana. El proceso de Wojtyła se disparó tras las voces de “Santo Subito!” de los funerales.
La carta
En estos días, ha trascendido la carta de Benedicto XVI a un monasterio austriaco, en Wilhering, tras el fallecimiento de uno de los monjes, colega profesor del El Papa emérito. En una página escrita en alemán y con firma autógrafa del pontífice, Joseph Ratzinger, confiesa al abad del monasterio cisterciense que conocer la noticia de la muerte del profesor Gerhard Winkler es algo que: “me ha afectado profundamente”. Benedicto XVI prosigue señalando que el profesor fallecido “ahora ha llegado al más allá, donde seguramente le esperan muchos amigos”. “Espero poder unirme pronto a ellos”, añade.
Tras esta publicación, el secretario personal del papa emérito, George Gänswein, declara que esta carta no puede interpretarse como que “ya no tenga ganas de vivir; al contrario”. Ratzinger está “alegre”, destacaba a un periódico alemán. “El arte de morir bien, ‘ars moriendi’, es parte de la vida cristiana. Él lo ha estado haciendo durante muchos años. Sin embargo, está estable en su debilidad física, con la cabeza clara y bendecido con su típico humor bávaro”, señaló.
En el día de mañana, Benedicto XVI será recordado como el profesor, el teólogo, el perito del concilio, el guardián de la fe, el papa alemán, el pianista apasionado por la música clásica, el restaurador del rito tridentino, quien se atrevió a imponer una rígida penitencia a Maciel o el iniciador de la tolerancia cero… ¿Son motivos estos para el “Santo Subito”? ¿Son los papas los testigos que necesita el pueblo cristiano, esos “santos de la puerta de al lado” que tan bien ha reivindicado Francisco?