Viene de una historia dura. Muy dura.
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Vamos a llamarla Sofía para preservar su identidad.
Con sus poquitos años ya fue vulnerada en confianzas muy primarias.
Sin embargo, Sofía tiene brillo en los ojos. Observa.
A pesar de todo, Sofía se sorprende y puede extasiarse tocando los pétalos de una flor.
Sofía se está preparando para su Bautismo y su Primera Comunión, y con su catequista hizo este dibujo que comparto en la imagen. ¿Hace falta que les diga que me emocionó que haya entendido todo?
Entendió que la Iglesia sea a la vez CASA, que reúne y protege de las nubes que amenazan con ocultar el sol.
Entendió que la CRUZ está. Y capaz siempre esté. Pero como algo propio. Y por eso mismo… transfigurada.
Entendió que en esa casa es la MESA la que convoca. Mesa de hermanos, mesa que siempre tiene un lugar más, mesa que da calorcito de hogar.
No sé cómo será el camino de Sofía.
Pero sé que si sigue sintiéndose invitada a la Mesa con Jesús, hay esperanza para rato.
