Esta semana, hemos recibido en Alveus el correo electrónico de una hermana ecónoma de una congregación que nos pedía “unas pautas sobre cómo construir el directorio económico o qué puntos no debemos olvidar en su elaboración”.
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En las orientaciones que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, realiza en ‘Economía al servicio de la misión’ (2018, p.89), podemos leer la siguiente recomendación: “El Capítulo general predisponga y apruebe un directorio económico o un texto análogo que, incluso a la luz de la experiencia madurada con el tiempo, favorezca la actuación de medidas que sean lo más posible conformes al carisma del instituto, a su misión y al consejo de pobreza”.
Qué es el directorio económico
Básicamente es un breve documento que sirve para garantizar que las decisiones económicas se toman conforme al carisma del instituto. El directorio económico marca los criterios generales, marca el rumbo hacia donde queremos dirigirnos; el destino del proyecto.
Hay que diferenciar muy bien entre directorio económico y reglamento. El reglamento son las normas que surgen como consecuencia precisamente de los criterios que hemos plasmado en el documento del directorio económico; la aplicación concreta de lo establecido en el directorio, esas normas que gobiernan el barco para que siga el rumbo. Lógicamente, no se puede tener un buen reglamento si no se sustenta en un fundamento claro, en un directorio.
Desde Alveus, nos hemos puesto en contacto con Fernando Torres, sacerdote, misionero claretiano, profesor de Teología Moral y experto en administración de institutos religiosos. Para el religioso, el directorio económico es “la visión a 30 o 40 años, la mirada a largo plazo, la visión y la misión, las necesidades y cómo las vamos a atender. Qué recursos tenemos y cómo vamos a distribuirlos, con qué medios contamos, tanto económicos como humanos, y cómo vamos a hacerlo sostenible. Y con ese documento, con esa visión de futuro, el Consejo económico y los Consejos provinciales, elaboran un reglamento, unas normas”.
El directorio económico es por tanto, una reflexión, una visión de futuro de aspectos administrativos un plan de trabajo estratégico que permite dar visibilidad a la dimensión carismática en lo relativo a la operativa y la gestión. Este documento, no es muy diferente al que utiliza cualquier empresa para definir su estrategia. Lógicamente, cambian las formas y la finalidad, pero la planificación estratégica en el mundo de la empresa se cimienta de la misma manera.
En resumen, una reflexión que tiene en cuenta el carisma de la institución, basada en los criterios que encontramos en las orientaciones de ‘Economía al servicio de la misión’ (2018, p.81) y que finaliza en unas normas concretas, en un reglamento.
Criterios para elaborar el directorio económico
La fidelidad a Dios y al Evangelio, que se traduce en una fidelidad no solo en la misión sino también en los asuntos económicos: pagar impuestos, cumplir leyes laborales, realizar proyectos y obras proporcionadas o realizar inversiones con ética. La fidelidad al carisma. Indudablemente, las actividades deben ser económicamente viables a medio y largo plazo, pero es fundamental que las mismas pongan en práctica el carisma del instituto. “Puede ocurrir que se sigan gestionando obras que han dejado de estar en línea con la actual expresión de la misión e inmuebles que ya no responden a las obras que son expresión del carisma. Es necesario definir qué obras y actividades llevar adelante y cuales eliminar o modificar”. (2018, p.61). La pobreza, o lo que es lo mismo, austeridad responsable. El respeto de la naturaleza eclesiástica de los bienes. Orientar el uso de los bienes de la iglesia y de los institutos religiosos realmente al servicio de la misión evangelizadora y conforme al derecho canónico, que es el fruto de la experiencia histórica de la Iglesia. La sostenibilidad de las obras. La planificación también debe contemplar la sostenibilidad. Un proyecto no solo debe poder ejecutarse, también debe mantenerse; y esto incluye revisar las obras que ya están en marcha pero no son sostenibles. La necesidad de rendir cuentas. No solo hay que planificar bien, también hay que evaluar, revisar y mejorar.
Ayudando a otros en su misión
Un buen directorio económico y un buen reglamento también pueden ser fuente de inspiración y ayuda para muchas instituciones religiosas que no cuentan con suficientes medios humanos o materiales para elaborar el suyo propio, o que sencillamente necesitan una orientación. Si crees que tu directorio económico puede servir de ayuda a esta hermana ecónoma que nos hacía la consulta, estaremos encantados de ponerte en contacto con ella.
“Estos documentos que son fruto de una redacción paciente y laboriosa podrían ser adoptados igualmente por otras Familias de vida consagrada. Compartir experiencias y conocimientos es una premisa fecunda para procesos de discernimiento sobre la reorganización de las obras para salvaguardar el sentido del propio carisma” (2018, p.48).
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