Los abusos sexuales en la Iglesia son un problema de tal gravedad, que se deben priorizar todos los medios posibles para hacer de cada espacio eclesial un entorno seguro y profundizar en el conocimiento de la verdad.
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Una buena práctica es la de Repara (repara.archimadrid.es), un amplio equipo que en Madrid presta atención jurídica, canónica, espiritual, psicológica y psiquiátrica. Este buen ejemplo debía instituirse en todas las diócesis –o cooperar entre varias para poder sostenerlo–. Además, en pocos años, casi todas las instituciones católicas han implementado planes integrales de prevención y protección. Ningún otro sector de la sociedad ha implantado tan profunda y extensamente tantos planes en tantas entidades de su red.
Pero son tan graves los hechos, que hay que buscar con coraje la verdad. Existe una clara demanda de transparencia e ir hasta el final. Por eso, es importante que también se señale, con humildad, dónde la prensa dice o no la verdad, dónde hay ayuda para buscar la verdad o uso malintencionado de una causa. Porque esto también sucede.
La verdad
Las personas son lo primero, pero también es preciso avanzar en el conocimiento del conjunto de la catástrofe. La Conferencia Episcopal Francesa lo ha hecho, entre otros medios, con una encuesta. Las encuestas tienen muchas limitaciones, son solo un medio, no son magia ni toda la verdad, pero son una aproximación razonable y razonada. Es mejor un dato de encuesta que una anécdota elevada a teoría o el fantasma del abuso sin límite recorriendo al país.
Ciertamente, hay condicionantes. ¿Cuánta gente mentiría en una encuesta por animadversión a la Iglesia? ¿Cuántos callarían por defender la imagen eclesial o por vergüenza? La verdad no puede establecerse por encuesta, pero es preciso escuchar la voz de la gente y ese escuchar ya forma parte de la reparación.