Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

La bendición de las rabinas


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Solo varones podían entrar en el santuario del Templo de Jerusalén. Luego, solo sacerdotes. Eso era lo que el mundo en que se encarnó Jesús podía comprender. Pero, hace ya diez años, que incluso el judaísmo ortodoxo asume que esa exclusión de las mujeres no es un mandato de Dios, sino un contexto cultural. En total, el judaísmo ya ha ordenado 1.225 rabinas. El 70% de ellas ejercen en comunidades reformadas, el 24% en comunidades judías conservadoras y el 6% en ortodoxas. El número aumenta progresivamente en todo el mundo.



Ya hace diez años que hasta el judaísmo ortodoxo convive con la ordenación de rabinas, y los seminarios, antes despoblados, preparan cada vez más mujeres. En 2009, se ordenó la primera rabina en Estados Unidos y, en 2010, volvió a haber una rabina en Alemania. Recogen una tradición que fue interrumpida por el nazismo.

En 2022, se cumplen 80 años de que la única rabina alemana, Regina Jonas, fuera deportada al campo de concentración de Theresienstadt, donde murió por su fe.

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El seminario Yeshivat Maharat, del Bronx, por ejemplo, lleva diez años formando rabinas ortodoxas. Cincuenta mujeres han sido ya ordenadas y otro medio centenar más están en su preparación rabínica clásica. Se forman con una moderna pedagogía que integra aprendizaje teórico, liderazgo, interiorización práctica y un hondo desarrollo espiritual personal. Cada vez hay más candidatas y más comunidades que quieren esa diversidad.

Los funcionarios israelíes y el Consejo Rabínico aún no reconocen oficialmente rabinas, pero se permite que ejerzan en la práctica como líderes espirituales de las comunidades, donde ha sido asumido plenamente y prosperan. No había razones teológicas, sino solamente tradiciones milenarias, las mismas tradiciones que impedían también que las mujeres pudieran tener los derechos, dones y libertades de todos los seres humanos.