Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

Único propósito para el 2022


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El 2021 nos regaló la posibilidad de volver a estar juntos y una sensación breve de volver a retomar la vida mediante las pequeñas cosas del día a día. Volver a una cierta rutina, ir al café, al estadio, al torneo y a las Iglesias. No obstante, el ánimo al cierre pasó sus baches, vuelos cancelados, información incierta. Otra vez el virus se encargó de recordarnos, cuan frágiles y vulnerables somos, al final humanos.



Así este inicio del 2022, se ha visto tejido por la incertidumbre de la economía, la tensión por la democracia y cierto deseo de evasión por las cosas que importan. He oído a muchos decir “este año no tengo deseos ni propósitos”. Se ha decidido evadir lo trascendente y priorizar lo que pueda pasar en el instante. Una lección bastante aprendida de los últimos veinticuatro meses que nos hicieron más realistas y nos forzaron a recalibrar nuestros planes. Lo que se ve en nuestro entorno, ha sido bien descrito por el papa Francisco: “nos hemos replegado demasiado en nuestros mapas de la tierra y nos hemos olvidado de levantar la mirada hacia el Cielo; estamos saciados de tantas cosas, pero carecemos de la nostalgia por lo que nos hace falta. Nos hemos obsesionado con las necesidades, con lo que comeremos o con qué nos vestiremos (cf. Mt 6,25), dejando que se volatilice el deseo de aquello que va más allá”.

2022

Son bien sabidos los efectos colaterales que la pandemia está teniendo en las familias y las comunidades, en ocasiones los lazos de cohesión social se han fracturado por la violencia o las relaciones tensas derivadas del estrés y la nueva carga de cuidados en las familias y comunidades. Pero también sobresalen los gestos de generosidad y solidaridad en los barrios y comunidades que tienen condiciones adversas. Y esto es porque muchos han cedido a su deseo de “cambiar el mundo” para realmente “moverlo”. Desde lo que está a su alcance, con las acciones pequeñas que nos hacen compartir tiempo, ideas, soluciones, recursos con los que más cercanos y también lejanos.

Estamos empezando un nuevo año, resulta muy  cómodo cansarnos, fatigarnos o huir. Tenemos la oportunidad de ver las cosas con una nueva perspectiva, no necesariamente con una lista interminable de propósitos, pero quizá sí con uno solo: tener la determinación interior para recorrer un itinerario de fe. Si queremos, podemos abrir esa puerta este 2022.