Este 31 de enero el santoral marca la festividad de San Juan Bosco, de quien nuestra pastoral ha recibido un inmenso legado. El primer recuerdo que tengo de esta devoción habrá sido en mi infancia, cuando un coro juvenil ofrecía un concierto en mi natal parroquia. Desde entonces, la idea de San Juan Bosco para mí era sinónimo de energía, de juventud y de creatividad. En El Salvador como en muchos otros países latinoamericanos, la comunidad salesiana se expandió y ganó prestigio por tener colegios pioneros en educar y orientar vocacionalmente a toda una generación.
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Don Bosco veía que en cada joven había un punto de acceso al bien, de ahí la labor de quien educa de buscarlo. Así la familia salesiana se ha caracterizado por ese carisma de trabajar con adolescentes y jóvenes. “Amor en verde”, uno de sus grandes proyectos- surgido en México a finales de los 80´s, fue una de las experiencias espirituales significativas que me aportó rumbo y a su vez mucho interés por conocer más el carisma salesiano.
Años después, andando por las calles de Turín la ciudad que vio consolidar la obra de San Juan Bosco, conocí más sobre la grandiosa idea del “Oratorio” como un lugar para educar a través del juego, al final del día un espacio pedagógico lleno de detalles con un animador o animadora que trasciende su rol para acompañar con cercanía e instituir en cada joven la mejor forma de guiarle.
El oratorio que creó en Turín, sentó las bases para el así llamado “Sistema preventivo de Don Bosco” que le devuelve la confianza a la educación y ve en ella una oportunidad de educar para la vida, de intervenir el espacio sea éste la calle, la parroquia, el parque, la casa o el patio. La educación, pensada más allá de las aulas, es desde la visión salesiana un elemento que regenera la vida diaria de los jóvenes y su exigencia de sentido y plenitud respecto a todo lo que ocurre en su entorno. La educación es un vehículo de transformación que ilumina, propone, interpela la libertad, los derechos, las ideas.
El Oratorio Salesiano
Debo decir, que trabajando profesionalmente en muchos otros proyectos pedagógicos y de educación informal, siempre regreso a mi recuerdo del Oratorio Salesiano, como una fuente de inspiración. El sistema preventivo ha sido una de las grandes aportaciones de la Comunidad Salesiana a la visión pastoral de la Iglesia contemporánea.
Aporta una visión holística, un espacio de encuentro que propicia el dinamismo pedagógico, la espiritualidad y la acción pastoral, como una idea de la integralidad de las personas. A su vez, el sistema preventivo más allá de la dimensión eclesial, ha enriquecido e impulsado la vocación educativa de múltiples generaciones de educadores.
El legado de Don Bosco y las Obras Salesianas, sigue siendo incuantificable y viven en la práctica cotidiana de muchas generaciones.