Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Elefantes blancos


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El elefante blanco ha cambiado de significado. Tradicionalmente era una anomalía de carácter epifánico, pero desde la película ‘Elefante blanco’, de Pablo Trapero (2012), se denomina así a grandes y costosas construcciones que no han cumplido con el valor social prometido o nunca hubo intención de utilidad social, sino que era una decisión arbitraria, un gasto presupuestario fraudulento había que gastar el dinero antes de determinada fecha— o producto de la corrupción política.



En el filme de Trapero, elefante blanco es el nombre que le dan al edificio descomunal que iba a ser un hospital que se dejó a medio construir en medio de una villa pobre. Los tres protagonistas de la película —los curas villeros Julián y Nicolás, y la trabajadora social Luciana— luchan por proporcionar vivienda digna a una población tomada por la miseria, la enfermedad y la violencia y viven ocupando el hospital nunca terminado de construir. El dinero malgastado, la desidia política y su corrupción, el sinsentido del modelo de desarrollo urbano, acentúan la visión del elefante blanco como símbolo de la inmoralidad y crueldad de los poderes públicos.

Los elefantes blancos son tan infrecuentes y extraños que en Tailandia se consideran animales revestidos de cierta sacralidad y los que se capturaban eran regalados al rey. No era explotado comercialmente ni usado para los duros trabajos que soportan, sino que vivían en cautividad, pero excelentemente cuidados. El elefante blanco tuvo desde el inicio otro significado: aquello que cuesta mucho mantener, pero carece de utilidad. El rey no se encargaba del mantenimiento de sus elefantes blancos, sino que honraba a una familia de la nobleza o la corte para que se hiciera cargo de él. De ahí la conexión con los elefantes blancos modernos: grandes inutilidades que han consumido un enorme presupuesto.

El semanario Pie de Página publicó un reportaje a comienzos de 2022 (Rodríguez, 2022) donde hace lista de los elefantes blancos abandonados en el Estado de Coahuilla, al norte de México, cuya capital es la ciudad de Saltillo. Tenían que haber sido hospitales, tribunales de justicia o centros de servicios públicos, pero han terminado siendo grandes muertos nunca nacidos.

La pirámide de Coahuilla

Una fotografía de Omar Saucedo nos muestra una enorme pirámide de hormigón en el desierto, que tenía que haber sido sede de un destacamento de la Policía Federal de Caminos, pero la obra nunca fue terminada y se encuentra tomada ya por la vegetación y animales que buscan sombra.

El reportaje localizó al menos cinco elefantes blancos cuyo inútil coste equivale a todo el presupuesto para 2022 de los departamentos de Economía y Cultura del gobierno del Estado de Coahuilla. Tal derroche o corrupción permanece impune y sin procesarse ningún tipo de responsabilidad. Tres de esas obras se considera que son ya inservibles para ningún fin, mientras que las otras dos podrían reconducirse o intentar terminarse.

Julio Franco (2021) ha publicado ‘El país de los elefantes blancos’, en donde cuenta lo que se conoce de la pirámide. Un empresario donó el terreno y se decidió levantar el edificio. La institución de la Policía de Caminos fue convertida en otra modalidad policial y en el curso de dicha transformación, el edificio fue abandonado de la planificación. Nunca fue habitado por nadie que no fueran personas sin hogar. Franco indagó acerca del proyecto, el concurso de adjudicación de la obra y el presupuesto gastado en la misma, pero la Administración se mostró radicalmente opaca al respecto. No se sabe si el coste final elevó la inversión inicial comprometida.

Pirámide

Foto: Omar Saucedo

En 2014 el edificio se asignó a los bomberos, que tampoco lo ocupó y en 2018 el Ayuntamiento de Ramos Arizpe inició trámites para la transmisión patrimonial de la pirámide a la Policía Federal, pero por el camino la Policía Federal se extinguió y convirtió en guardia Nacional, lo cual también hizo varar el proyecto inmobiliario. Finalmente, en septiembre de 2021 el Ayuntamiento cedió los casi diez mil metros cuadrados de edificio a la Guardia Nacional, pero hay serias dudas de que algún día se llegue a usar.

Es un sarcasmo la forma piramidal que el arquitecto ha querido darle al edificio policial, en un contexto mexicano en el que los nativos –a cuyas construcciones milenarias hace referencia– están excluidos y son víctimas de maltrato institucional por parte del sistema político y el aparato policial y militar. La pirámide de Coahuilla es elefante blanco por los cuatro costados.

Antimonumentaildad de los elefantes blancos

Los elefantes blancos no carecen de utilidad del todo: son símbolos aplastantes del mal gobierno y provocaciones para la conciencia colectiva respecto al cambio radical que e necesario impulsar por el contraste entre el dinero malgastado y las graves necesidades de tanta gente. Por un lado, son antimonumentos que hay que conservar y por otro, instalaciones que habría que resignificar para la conciencia cívica.

Los políticos ponen sus nombres en letras en placas de inauguración bien grandes y señaladas a la vista de todos. Todas las que veo me causan una sensación muy negativa porque pone el acento en el mérito de esas personas y no en el esfuerzo fiscal de la gente, en los proyectos que encarga el pueblo con su voto. En esas placas debería recordarse a personas ejemplares y los políticos casi nunca lo son. En las placas inaugurativas, si es que hay que ponerlas, habría que hacer constar nombres de quienes con su esfuerzo han sido ejemplares o han liderado cívicamente el avance, pero nunca el de quien lo pagó o tuvo el poder de construirlo. Son siempre autohomenajes. En los elefantes blancos, en cambio, sí que deberían constar en grandes placas quiénes son los responsables y beneficiados de tal desastre.

El ‘elefante blanco’ es una categoría relevante y deben ser señalados porque en ellos hay una gran enseñanza que no debemos olvida hasta que el sistema político y la Justicia dejen de hacer posible el despilfarro y la corrupción (Del ‘Diario de Nunca Jamás’, 10 de enero de 2022).

Referencias 

  • Franco Corzo, Julio (2021). El país de los elefantes blancos: Lecciones valiosas para prevenir desastres gubernamentales. Puebla: IEXE Editorial.
  • Trapero, Pablo (2012). Elefante blanco. Argentina: Morena Films et al.
  • Rodríguez, Francisco (2022). Los ‘elefantes blancos’ que colecciona Coahuila. Pie de Página, 10 de enero de 2022.
  • Omar Saucedo, Omar (2022). Pirámide de Coahuilla. Fotografía. Pie de Página, 10 de enero de 2022.