Cuerpos solos, cuerpos congelados, cuerpos desaparecidos. El cuerpo es uno de los grandes castigados por un mundo en el que no solo la realidad se desmaterializa, sino que perdemos el deber moral de mirarla a nuestro alrededor. La siguiente historia ha asombrado tanto que saltó de los periódicos a las redes.
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Mi amigo Javier me la envió con una nota que más o menos decía: “La única persona que durante ocho horas vio a este hombre caído fue una persona sin hogar”. Paradójicamente, uno de aquellos a los que nadie quiere ver es el único que vio, y el hombre que había consagrado toda su vida a hacer fotografías para que viéramos, no fue visto por nadie, salvo por el más pobre.
La última fotografía
La noticia ha saltado a las páginas de los periódicos porque la persona que murió congelado en las calles de París tras nueve horas yacente en la acera sin que nadie le prestara ayuda era el célebre fotógrafo suizo René Robert, de 85 años. Si no, sería uno más de las once personas sin hogar que cada semana mueren en las calles de Francia (Louvet, 2022). Robert se convirtió en uno de los grandes fotógrafos del arte flamenco desde los años sesenta, cuando lo descubrió en un local parisino llamado Le Catalan (Boisseau, 2022). Muchos de ellos han quedado recogidos en su libro ‘La rabia y la gracia’ (Robert, 2001).
A las nueve y media de la noche del 18 de enero, mientras daba un paseo nocturno, René tropezó en la calle Turbigo, en el corazón de París y cayó al suelo, donde quedó sin fuerzas para levantarse, a la altura del número 89, “entre una óptica y una tienda de vinos”, señala Marc Bassets (2022). Nadie le ayudó en ese momento, la gente simplemente rodeaba el cuerpo para evitar pisarlo.
Así permaneció ocho horas como una fotografía congelada arrojada sobre los adoquines, inmóvil. La última instantánea de su vida fue su propio cuerpo. Nadie se bajó del burro de su prisa, nadie siquiera miró. Tuvo que ser una persona sin hogar quien a las cinco y media de la mañana lo descubriera allí tirado y llamara a los servicios de emergencia (Pralong, 2022). Solo quien nada tiene tuvo la compasión para detenerse y atender. Solo el más pobre pudo ver y el milagro no fue que le curaran los ojos, sino que no fuera suficientemente rico ni apresurado ni que se diera tanta importancia como para verse solo a sí mismo. Cuando llegaron los bomberos el hombre sin hogar discretamente desapareció. Como un nuevo samaritano, no quiso focos ni gloria.
Efectivamente, los bomberos llegaron rápidamente y registraron que un anciano estaba tirado en el suelo afectado por un traumatismo craneoencefálico y visible sangre derramada (Le Guay, 2022). Ni siquiera esa sangre hizo que nadie se detuviera a asistirlo. Probablemente nadie vio lo suficiente como para percibirla. Fue trasladado en una ambulancia, pero llegó en tal estado de hipotermia al hospital en el que poco después falleció.
Asesinado por la indiferencia
Fabienne, una persona sin hogar que duerme no lejos del lugar sufrió una gran conmoción por lo que le había ocurrido al fotógrafo, pero, interrogado por periodistas, no le extrañó: “Hasta te pueden atacar y arrastrarte por el suelo, que nadie se va a mover por ti. Nadie ayuda a nadie“ (Rouxel, 2022).
Un buen amigo de Robert, el periodista Michel Mompontent, declaró con amargura que había sido “asesinado por la indiferencia“. Y continúa: “Si esta muerte atroz puede servir para algo sería esto: cuando un ser humano está tirado en la acera, pese a lo apurados que estemos, comprobemos su estado. Detengámonos un momento. Esos pocos segundos pueden salvar una vida” (Twitter @mompontet).
No mires abajo
El mundo rebosa personas caídas a las que nadie ve. Igual que la película ‘No mires arriba’ (McKay, 2021) denunciaba a los que niegan las amenazas no mirando al cielo, la historia de René Robert parece denunciar: ‘No mires abajo’. No mires a los caídos, a los que esperan, a los que piden, a los que limpian botas, a los que rebuscan en la basura, a los que sufren soledad o están encamados. No mires abajo a los que están debajo de ti por si te miran y te afecta, ni mires tampoco arriba, a los cielos, por si un dedo te señala a ti.
El negacionismo climático y el negacionismo antivacunas que tanto nos preocupa son derivaciones de un negacionismo más antiguo y profundo, que es el negacionismo de la pobreza, el mismo que dejó orillado y malherido al hombre asaltado en la parábola del Buen Samaritano.
El negacionismo forma parte de la desrealización del mundo, la desconexión con la realidad. No le importan los datos de la realidad, sino que esta solo está para confirmar sus ideas, fobias o intereses. El negacionismo profundiza la crisis ontológica en la que se debate nuestro mundo porque nos hace perder el sentido de la realidad. El más peligrosos de todos los negacionismos es el que nos permite ignorar cómodamente a quien se cae a nuestros pies.
Referencias
- Bassets, Marc (2022). El fotógrafo René Robert muere congelado en las calles de París tras una caída. El País, 27 de enero de 2022.
- Boisseau, Rose (2022). La mort du photographe René Robert. Le Monde, 27 de enero de 2022.
- Le Guay, Damien (2022). Le photographe René Robert est mort de notre indifférence. Le Figaro, 28 de enero de 2022.
- Louvet, Simon (2022). Mort du photographe René Robert, après plusieurs heures inconscient sur un trottoir de Paris. Actu Paris, 25 de enero de 2022.
- McKay, Adam (2021). ‘No mires arriba’. Estados Unidos: Hyperobject Industries & Bluegrass Films.
- Pralong, Michel (2022). La triste mort d’un photographe romand en pleine rue à Paris. Le Matin, 25 de enero de 2022.
- Robert, René (2001). ‘La rage & la grâce: Les flamencos’. París: Editions Alternatives.
- Rouxel, Sébastien (2022). Paris: le photographe René Robert est mort en pleine rue, dans l’indifférence des passants. RTL, 25 de enero de 2022.