La situación actual de los mercados, junto con una inflación extraordinariamente elevada, nos hace plantearnos la necesidad de escribir sobre ello, y dar la receta de lo que desde Alveus consideramos apropiado para las carteras. No es una receta mágica, sino lo que nos ayudará a salir airosos de esta situación, basándonos en nuestra experiencia. No hay que olvidar que hablamos de carteras institucionales que, por su carácter, tienen que perdurar en el tiempo. Por ello, por su horizonte temporal a largo plazo, deben estar orientadas a preservar el capital y no perder poder adquisitivo. Y ahí la inflación no hace sino jugar en contra.
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¿Qué es la inflación?
La inflación es un proceso por el cual, los precios de bienes y servicios tienden a subir y a encarecerse. Y esto, ¿por qué sucede? Pues no hay un motivo único, pero se pueden nombrar como ejemplos la escasez de un bien, el encarecimiento de la mano de obra, el incremento de los precios de las materias primas, etc.
Para medirlo se emplea un índice que compara el coste de comprar una cesta de bienes y servicios con el coste de dicha cesta el año anterior. Lo habitual es que esa comparación sea positiva, es decir, que los costes se incrementen. Y esto no es necesariamente malo, siempre y cuando lo hagan de manera sostenida: no es bueno que lo hagan a un ritmo elevado, pero tampoco es bueno que decrezcan.
¿Cómo afecta la inflación a la misión de mi institución?
Una inflación elevada perjudica el ahorro, perjudica a las carteras de inversión, que no son otra cosa que el ahorro durante un largo tiempo para llevar a cabo la misión. Este perjuicio viene en forma de pérdida de poder adquisitivo, encareciendo las compras o inversiones previstas. Por ello, la preservación de capital no debería ser suficiente: si el coste de mis obras aumenta, mi capacidad para afrontarlas se reduce: o reduzco el alcance de dichas obras manteniendo la inversión, o mantengo el alcance y aumento la inversión; en definitiva, se puede producir una descapitalización progresiva de la institución.
¿Se puede proteger la cartera de inversión y sus obras?
En primer lugar, es imprescindible planificar: es posible que parte de las obras se puedan posponer –retrasando el desembolso unos meses sin trastocar ningún plan– o fraccionar su desembolso. Otra forma es anticiparse al incremento de precios, ajustando y optimizando los costes (la obra en sí misma o cualquier otra partida de gastos). La capacidad de maniobra viene dada en gran medida por la anticipación.
Otro requisito necesario es la flexibilidad y la capacidad de adaptación. Hemos visto instituciones que se ven en apuros en estos tiempos porque su cartera de inversión está posicionada en productos garantizados con rentabilidades inferiores al 1%. Observamos en España que el último dato de inflación se sitúa en el 6%: ¿es apropiada una rentabilidad del 1% en estas condiciones? Parece que no, puesto que esto significa que el poder adquisitivo se ha reducido en un 5% en el último año. Por ello, una cierta flexibilidad permitirá afrontar esta situación con una cartera que, si bien quizá no alcance ese 6%, sí se acerque. Y que en condiciones de mercado de inflación más razonable permita recuperar ese poder adquisitivo que se pierde ahora. No hay que olvidar que la misión tiene carácter eterno.
Así, esta capacidad de adaptación permitiría modificar la cartera e introducir activos con algo de riesgo. Estos, si bien pueden individualmente exceder el riesgo de la institución, le aportarán diversificación y reducirán su riesgo total. Tener activos de riesgo no necesariamente incrementa el riesgo, sino que puede reducirlo al tiempo que posibilita una mayor rentabilidad (minimizando el efecto negativo de la inflación). Todo por supuesto dentro del nivel de riesgo admitido por el cliente.
Si se busca la sostenibilidad, perdurar en el tiempo, e incluso ganar poder adquisitivo en lugar de perderlo, será necesaria esa flexibilidad; esa capacidad de adaptación y esa planificación. En definitiva, ser audaces y buscar oportunidades para aprovechar ese mayor riesgo individual que se tome. ‘Audentes fortuna iuvat’.
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