La sinodalidad tiene que llevar a una nueva praxis en el proceso de nombramiento y evaluación de los obispos. Ser pastor de una diócesis es cada vez más difícil. Las sociedades están mucho más sometidas a polarizaciones, desigualdades y aislamientos, necesitan trabajar mucho más intensamente por la comunión, que nadie quede excluido ni solo, que lo local permanezca unido a lo universal, que todos vivamos unidos a la vida de Jesús.
- PODCAST: El grito de las víctimas de abuso
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Además, la transformación que necesita afrontar la Iglesia para hacer realidad la evangelización, hoy en día, requiere una honda conversión de las estructuras parroquiales y, especialmente, de las curias diocesanas. Es tan estructural que necesita de la ayuda del Pueblo de Dios.
Es tan desafiante la labor de tejer unidad y reformar la curia, que es preciso que la propia elección de candidatos para el episcopado sea parte ya de esa construcción de comunión. La sinodalidad requiere que haya una consulta amplia a las comunidades parroquiales, escolares y asociativas sobre qué perfil de pastor necesita la diócesis en el contexto y tiempo que vive.
Debería haber una consulta mucho más amplia y plural, que recabe nombres de candidatos, en la que se pregunte a líderes del laicado, religiosas y no solamente al clero.
Reavivar la vida eclesial
Debería haber una comunidad de discernimiento formada por clero, laicos y religiosos, hombres y mujeres, con distintas sensibilidades y edades, que ayude a confeccionar la terna o lista final de candidatos al episcopado. Y una comunidad de evaluación que rece y que ayude a valorar cíclicamente la labor episcopal y de la curia.
Parece urgente la reforma profunda de la Congregación para los Obispos, para que los nombramientos y evaluaciones gocen del espíritu sinodal, que sean perfiles con un vivo don para crear comunión real. Esta cuestión es crucial para reavivar la vida eclesial.