“Educación centrada en la persona: desafío para educadores e instituciones”
Mirar, pensar y repensar la “educación” en el contexto de la pandemia y en clave de superación para la post pandemia es preguntarse el ‘quo vadis’ de las nuevas generaciones y pergeñar una idea renovada de humanidad.
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La cruda realidad generada a partir del Covid–19 ha intensificado la ya planteada “crisis de la educación”. Los conflictos armados, los desastres de origen natural y las pandemias impiden la escolarización de millones de niños y el número de afectados por estas razones sigue aumentando. En los países afectados por situaciones de crisis, los niños en edad escolar tienen dos veces mas probabilidades de no asistir nunca a la escuela que sus compañeros de otros países. Así caracterizó UNESCO las causas y dimensiones de la crisis.
La mirada del papa Francisco va mucho mas allá. Es profunda, aguda y expone con claridad sus causas y entramado. “En primer lugar, se trata de una crisis global, compleja. Es evidente que la economía, la educación, la seguridad y la ética pública son demandas urgentes y legítimas de la sociedad (agregamos hoy ¿y qué decir de la pobreza?). Pero no se trata sólo de eso”. “Nunca como en esta época, en los últimos cuatrocientos años, se han visto tan radicalmente sacudidas las certezas fundamentales que hacen a la vida de los seres humanos. Con gran potencia destructiva se muestran las tendencias negativas. Pensemos solamente en el deterioro del medio ambiente, en los desequilibrios sociales, en la terrible capacidad de las armas”.
Crisis educativa y pandemia
Conforme la UNESCO (2021) “La pandemia ha agravado la crisis mundial del aprendizaje aún más de lo que se temía. Debido a las pérdidas de aprendizaje y competencias durante el cierre de las escuelas, esta generación de estudiantes corre el riesgo de perder 17 billones de dólares en ingresos de por vida en valor actual, o el equivalente al 14% del PIB mundial actual, que es mucho más que los 10 billones de dólares estimados en 2020. En los países de ingresos bajos y medios, la proporción de niños afectados por la pobreza de aprendizaje –que ya era superior al 50% antes de la pandemia– aumentará drásticamente, quizás hasta el 70%, debido al cierre de las escuelas y la calidad y eficacia desiguales del aprendizaje a distancia. Por consiguiente, resulta necesario tomar con urgencia medidas ambiciosas”.
“Hacia mayo de 2020 más de 1.200 millones de estudiantes de todos los niveles de enseñanza, en todo el mundo, habían dejado de tener clases presenciales. De ellos, más de 160 millones eran estudiantes de América Latina y el Caribe”. Realidad afirmada por CEPAL – UNESCO en un informe recientemente publicado.
La crisis incrementa su dramatismo cuando se observa que en realidad la pandemia dejó en evidencia la problemática de la iniquidad social, la exclusión y la imperiosa necesidad de que el sistema educativo se coloque a la altura del magno desafío de ofrecer formación para la vida a todos los jóvenes en el difícil escenario actual. Problemas estructurales de la educación, revisión de métodos y contenidos integran la conflictiva.
La mirada de Francisco
Desde la óptica del Papa Francisco se ha producido una ruptura del pacto educativo, es decir se observa la crisis de la alianza educativa entre la sociedad y la familia, la familia y la escuela y la escuela y sus estudiantes (Conf. A.L. N° 84). Esta visión acerca de dicha ruptura es abarcativa de numerosos aspectos a considerar pues, en su abordaje la educación no puede prescindir de los contextos y no puede reducirse a la transmisión de contenidos fragmentados.
“No existe la educación estática”… “Educar es un acto de esperanza y solidaridad generacional, de esperanza y solidaridad intergeneracional”, con estas palabras Francisco nos anima a repensar el proceso educativo con una mirada orgánica, holística, vinculada y totalizadora.
Es así como Francisco nos plantea la educación como un acto de amor, un acto de esperanza, dirigida al desarrollo humano integral y sostenible, que propenda al diálogo intercultural y religioso. El objetivo fundamental del proceso educativo, en su concepción, es lograr la conciencia de la trascendencia de la persona. Por tanto, la educación ha de tener a la persona en el centro y de este modo ser un indispensable factor humanizador.
El Papa Francisco entiende la educación como “una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia”.
En los últimos documentos pontificios Francisco explicita su visión integral de la educación explicitando aspectos centrales. En Evangelii Gaudium, N°64 impulsa un proceso educativo que “enseñe a pensar críticamente” y que “ofrezca un camino de maduración en valores”. Asimismo, en los números 193 y 194 nos presenta la necesidad imperiosa de educar en la misericordia y en el espíritu fraterno.
Un muy importante aporte de Francisco en la visión integral de la educación es su atención a la “emotividad”. Así en el N° 148 de Amoris Laetitia expresa: “…De verdad se puede hacer un hermoso camino con las pasiones, lo cual significa orientarlas cada vez más en un proyecto de autodonación y de plena realización de sí mismo, que enriquece las relaciones interpersonales en el seno familiar…”.
En definitiva, educar no solo el intelecto sino el mundo afectivo y volitivo, promover el pensamiento crítico y educar en y para la misericordia se presentan como pilares de sostén para la pedagogía integral que se promueve.
Educar para el amor fraterno y el cuidado de la casa común
El desafío al que Francisco nos invita implica reconocer al otro como hermano. Nos advierte que precisamente el desprecio por la idea de fraternidad es lo que ha dado lugar a la cultura del descarte, del egoísmo, de la consideración de los demás como rivales o enemigos. La fraternidad, antes de ser un deber moral, es un rasgo de identidad, es constitutivo de la humanidad.
El cuidado del habitual en su visión de la “casa común” se encuentra explicitado en la encíclica Laudato si. Se incluye en el documento un capítulo dedicado a la educación ecológica: Educación ecológica y espiritualidad. Se explicita allí la imperiosa necesidad de que toda la humanidad genere un cambio de mentalidad. En este crucial aspecto la educación cumple un rol insustituible creando nuevos hábitos, pensar una nueva forma de progreso y repensar la economía de mercado que conduce el hiperconsumo y a la producción sin cuidados.
Una educación en salida: el gran aporte y desafío
Para el sistema educativo, escuelas, colegios, universidades la convocatoria consiste en pensar una “educación en salida”. Su pensamiento esclarece que “el estudio sirve para hacerse preguntas, para no ser anestesiado por la banalidad, para buscar sentido en la vida”.
Así, quienes somos responsables de tramos del proceso educativo, estamos invitados a unirnos al relanzamiento del Pacto Educativo Global. Francisco nos desafía a trabajar en siete aspectos fundamentales.
Ellos son:
- Poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, poner de relieve su propia especificidad, su belleza, su singularidad y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que le rodea
- Escuchar la voz de los niños, y los jóvenes a los que transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y paz, una vida digna para cada persona.
- Fomentar la plena participación de las niñas en la educación.
- Ver en la familia al primer e indispensable educador.
- Educar y educarnos para acoger, abriéndonos a la los más vulnerables y marginados.
- Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.
- Salvaguardar y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular.
El desafío está planteado. No sólo Francisco nos convoca e invita, sino que nos renueva con su visión y ofrece la oportunidad de que creadoramente construyamos juntos un camino de superación para nuestros niños y jóvenes en el que sea posible que las nuevas generaciones encuentren el sentido de trascendencia a partir de un profundo encuentro con Dios.
¿Estaremos a la altura del desafío?
Por Rita Gajate. Rectora UCALP -Universidad Católica de La Plata. Abogada. Mediadora. Profesora Universitaria y miembro del Comité Académico internacional de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos