La investigación sobre los abusos cometidos en la Iglesia es como un ejercicio de arqueología. Basándose en la recopilación y análisis de datos, la Iglesia puede ir considerando las evidencias más profundas y los elementos más discretos que puedan ofrecer, con mayor profundidad, una sólida respuesta. Como la arqueología, el tratamiento de los abusos en la Iglesia requiere de una metodología más rigurosa y menos simplista, que permita entender los significados sobre lo descubierto o investigado en el día a día.
- PODCAST: Reformas integrales en la Curia
- Pliego completo solo para suscriptores
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
La arqueología prohíbe sacar conclusiones inmediatas, presupuesto que debería ser un postulado de la investigación sobre los abusos en la Iglesia católica. No se trata de una informalidad en la recopilación de hechos y elaboración de hipótesis, sino, más bien, de una formalidad topográfica en la que, progresivamente, se van evidenciando las representaciones gráficas de los hechos ocurridos, con sus respectivas formas y detalles.
La ciencia de las civilizaciones antiguas no solo está unida a la historia, sino también a la antropología. Los hallazgos evidencian los comportamientos humanos, los cambios sociales y las características particulares de cada descubrimiento. Asimismo, el trabajo preventivo no puede quedar al margen de la antropología, puesto que estas mismas evidencias amplían el horizonte de análisis y comprensión.
Rasgos particulares
Las observaciones y averiguaciones que ha ido confeccionando la Iglesia permiten un acercamiento a los mismos comportamientos que envuelven los abusos sexuales, las políticas de cambios que se han ido generando y las características de cada uno de los hechos documentados hasta hoy. Porque, si bien las causas de los casos hasta hoy revelados pueden tener algunas similitudes, sin embargo, resulta también importante evidenciar las características particulares que emergen en dicho análisis.
Los arqueólogos de la prevención no solo serían aquellos que realizan una lectura nostálgica del terrible y delictivo pasado en el que se cometieron estos hechos dolorosos, sino también aquellos que reconstruyen, mediante una lectura hermenéutica del presente, un futuro más coherente con la realidad de los hechos; ya no detrás de una muralla de paranoia institucional, sino desde una posición más honesta, desde la llanura de los hechos.
No solo se dedican a excavar en los hechos delictivos ocurridos, sino también a relacionar dichos descubrimientos con el ambiente y la vida eclesial. Resulta fundamental esta coherencia temporal, de manera que no se manifieste la tentación melancólica de permanecer solo en el pasado, sino también de dar una respuesta clara en el presente, así como una perspectiva esperanzadora del futuro.
Una mejor respuesta
Los datos obtenidos en dichas excavaciones nos permiten analizar, de manera cada vez más específica, la historia, los hechos, y nos acercan para poder dar una respuesta más conjunta y, por lo tanto, menos parcial.
El trabajo de excavación, por la delicadeza de su misión, implica no solamente un ejercicio de paciencia, sino también de discernimiento y reflexión. Por ejemplo, a nivel institucional, no se trata solo de tener la clara revelación de los hallazgos del pasado, sino también de entrar en una reflexión sobre la Iglesia del presente y su misión en el futuro.
La constatación de los hechos abusivos no constituye el certificado de que hemos hecho todo lo que nos correspondía, sino solo una tercera parte de este complejo ejercicio, es decir, una reconstrucción del pasado que favorece a una sana y justa interpretación de los hechos.
Ejercicio global
Así pues, el ejercicio arqueológico de la prevención, que debe establecerse en la Iglesia, exige un tratamiento holístico, que englobe todos los aspectos, no solo sexuales, no solo cometido por clérigos y no solo contra menores de edad. Dicho ejercicio debe aspirar a una reflexión más global, que elimine todo reduccionismo y que tienda a ser más interdisciplinar.
La comisión de los delitos sexuales no ha surgido por casualidad o por un mero impulso sexual de un adulto contra un menor de edad. La estrategia es más siniestra aún, se acecha mediante lo que se podría distinguir como comportamientos no sexuales.
La Iglesia, hoy en día, por principio de verdad y justicia, no podría quedarse satisfecha con una sutil excavación de los hechos; por el contrario, se requiere una delicada, profunda y comprometida labor topográfica, que dé prueba de su genuino interés y no de continuar luchando solo por mantener la reputación de la Iglesia.
El camino de la Iglesia
En su reciente videomensaje a los obispos de Europa Central, el papa Francisco sostuvo que preocuparse por la reputación de la Iglesia no puede significar no atender a los supervivientes de abuso. Además, afirmó que “solo afrontando la verdad de estos comportamientos crueles y buscando humildemente el perdón de las víctimas y supervivientes, la Iglesia podrá encontrar su camino para ser de nuevo considerada con confianza un lugar de acogida y seguridad para los necesitados”.
Curiosamente, pareciera que el perfil tanto de quien trabaja en la prevención como de quien se dedica a la arqueología es semejante. De entre las necesidades básicas que debería presentar un perfil así, se podrían destacar: el suficiente conocimiento de los hechos ocurridos en el pasado, el detalle de la pericia, la persistencia, la determinación y la automotivación. Para ambas funciones se requiere de una mente analítica y lógica para la conjetura de la información, y la delicadeza para trabajar con datos históricos que han dañado la vida de las personas. Una suficiente resistencia teologal, emocional y somática.
No debe olvidarse que se trabaja con contenidos no solo delicados, sino también vergonzosos para la institución, que quizás algunas personas busquen insistentemente enterrar. También resulta fundamental, dentro de ese perfil, la habilidad para la comunicación y el trabajo en equipo. Por último, muchos de los trabajos de excavación requieren que el arqueólogo trabaje de rodillas; asimismo, en el trabajo de prevención siempre será necesario permanecer de rodillas, es decir, en oración. La vida espiritual no resulta accesoria. (…)
Pliego completo solo para suscriptores
Índice del Pliego
I. AMÉRICA LATINA: SOCIEDAD, GEOGRAFÍA Y DEMOGRAFÍA
II. LA PROTECCIÓN DE LOS MENORES EN LA IGLESIA DE AMÉRICA LATINA
III. ANÁLISIS COMPARATIVO EN LA IGLESIA LATINOAMERICANA
CONCLUSIÓN