Después de nueve años de borradores, consultas y revisiones, ve la luz ‘Praedicate Evangelium’. El papa Francisco ha rubricado la constitución apostólica que “no es un fin en sí misma, sino un medio para dar un fuerte testimonio cristiano y fomentar una evangelización más eficaz”.
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- ENTREVISTA: Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga: “La reforma va a tener un gran efecto en la vida cotidiana”
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Algunas de las principales novedades del documento ya fueron adelantadas por Vida Nueva, como el ‘superministerio’ de Nueva Evangelización, el Dicasterio para la Caridad, así como la integración de la Comisión para la Protección del Menor en el organigrama vaticano, como reflejo de la importancia que se concede a la lucha contra los abusos.
Otros aspectos que tienen que ver con la transparencia se ponen ahora sobre el papel, pero ya se están aplicando, como la limitación temporal de cargos a cinco años o el criterio de la universalización para frenar las inercias propiamente italianas. En su versión definitiva, se unen además otros cambios significativos, como la descentralización romana o que cualquier bautizado –incluidas las mujeres– puedan estar al frente de un departamento de la Santa Sede.
Vigente desde el 5 de junio, no podrá aterrizarse de un día para otro, sino que requerirá de un proceso de adaptación. Y es que, no se trata simplemente de una reorganización con una mirada netamente empresarial para conseguir un mayor margen de beneficios. Entre otras cosas, porque el desafío evangelizador supera siempre cualquier meta o expectativa creada. Sin embargo, eso no significa que haya que renunciar a romper con las inercias y adherencias que hacen que algunas estructuras y procedimientos eclesiales hayan derivado en odres viejos que dificultan la fidelidad a la misión de construir el Reino de Dios.
Del prefecto al feligrés ocasional
Asimismo, la llamada sinodal que emana de esta ‘Carta Magna’ goza de una profundidad evangélica que requiere de una acogida sincera por parte de todo el Pueblo de Dios: del prefecto al feligrés ocasional. Solo así será posible que la apuesta por confiar en las Iglesias locales se haga desde una verdadera comunión. O que el reconocimiento del valor del laicado como discípulo misionero no se confunda con un perfil técnico de liderazgo empresarial.
Porque, como apunta el cardenal Rodríguez Maradiaga, coordinador del Consejo de cardenales que ha pilotado la redacción de Praedicate Evangelium, esta constitución busca tener “un gran efecto en la vida cotidiana”. Está claro que ‘Predicar el Evangelio’ hoy requiere una conversión personal y pastoral, para que no se limite a un mero cumplimiento normativo en la superficie de los 250 artículos. Hacer vida la Palabra es la vía para que esta reforma sea verdaderamente íntegra e integral.