Cristóbal Déniz es desde hoy a mediodía obispo auxiliar de Canarias. En una eucaristía celebrada en la catedral de Santa Ana de Las Palmas, Déniz recibió la ordenación episcopal en la que se ha considerado una jornada histórica en tanto que se ha convertido en el primer obispo auxiliar canario y el segundo nacido en la diócesis que ejerce su ministerio en la misma.
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El obispo José Mazuelos presidió la misa que fue concelebrada por el nuncio Bernardito Auza, así como por prelados llegados del resto de España, entre ellos, el emérito canario, Francisco Cases. A la ceremonia, también acudieron el alcalde de la capital, Augusto Hidalgo y el presidente el Cabildo, Antonio Morales.
Sin miedo ni complejos
Durante la homilía, el pastor de la diócesis alentó a su nuevo auxiliar a “anunciar la Buena Noticia a los pobres sin ningún miedo y sin complejos”. De la misma manera, le invitó a tener siempre presente “el primer amor” de Jesús y no perder “nunca las raíces” para promover “una Iglesia con gran dinamismo misionero”.
A partir de ahí, Mazuelos reflexionó sobre los cambios antropológicos actuales, subrayando que el hombre de hoy “es un gigante técnico, pero con los pies de barro”. Frente a ello, invitó a los presentes “remar mar adentro para ser pescadores de hombres”. “Tenemos que echar la red del Evangelio en el mar agitado de este tiempo para obtener la adhesión de los hombres a Cristo”, subrayó.
Comunión afectiva y efectiva
En sus primeras palabras como obispo al final de la misa y con constantes aplausos por parte de los presentes en el templo, Déniz expuso que acoge esta nueva misión como “una llamada constante a la conversión y con espíritu de aprendiz”. A partir de ahí, se comprometió a ser “instrumento de comunión afectiva y efectiva” con toda la Iglesia y la sociedad, desde su lema episcopal ‘La alegría del Señor es nuestra fortaleza’. Agradecido al papa Francisco por la confianza, anunció que trabajará por hacer realidad una “Iglesia en salida” en las islas de Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura y La Graciosa, que conforman la diócesis.
Con esta premisa, hizo un llamamiento tanto a la Iglesia como a la sociedad civil para trabajar con “unidad de acción” y “generar alianzas” ante el “momento complicado” actual para proteger a quienes sufren “distintas situaciones de vulnerabilidad”. “Los verdaderos enemigos no son los que piensan distinto, sino la pobreza, el desempleo, el fortalecimiento del sistema económico, la soledad integral y otras tantas realidades que se presentan como desafío para construir una sociedad más fraterna”, aseveró poniendo a toda la catedral en pie.