Los ecos de la llamada ‘crisis de la leche china’ han hecho público que la marca ‘Sanlu’ empleaba en la composición de su leche una sustancia química, la melamina, que puede afectar al riñón. ¿La consecuencia directa de esta adulteración? 53.000 niños afectados. Por ahora. Todo el mundo sabe que China se está erigiendo como una de las grandes potencias económicas, pero ¿a costa de qué? Ya se sabe, dinero llama a dinero. ¿No hay límites? ¿Quién vigila en China el método de producción de sus empresas? En definitiva, ¿no será que un país que pisotea los mínimos derechos humanos no está excesivamente preocupado por destapar qué hay debajo de su impresionante desarrollo económico?