No es fácil decir una palabra que pretenda dar sentido a lo vivido, cuando uno se ha rendido ya a la tragedia, y sabe que no puede buscar comprender lo que no tiene sentido”.
Lo reconocía el obispo de Canarias, Francisco Cases, con ocasión de la Eucaristía por las víctimas del accidente de Barajas, celebrada el día 17 en la Catedral de Las Palmas. Su homilía, una emotiva reflexión sobre el silencio de Dios y la necesidad de depositar con esperanza todo el dolor en manos de Cristo muerto y resucitado y de su madre María, volvió a poner de manifiesto que la Iglesia quiso y supo estar al lado de los que sufren. En contra de las dudas y reservas de algunos medios, quizás los mismos que ahora reproducen al detalle las imágenes del siniestro, reabriendo las heridas de las familias.