¿Te imaginas estar formado para comprar pan y morir? Seres humanos que no estaban haciendo nada más que esperar su turno para llevar un poco de pan a su mesa. Realmente siento una sincera y profunda tristeza al imaginar que personas pueden morir en una acción tan cotidiana como lo es ir a comprar pan. ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿Realmente no valoramos ni un poco la vida humana?
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Es una guerra, alguien dirá: con tanto adelanto científico y en pleno siglo donde se han desarrollado las tecnologías que nos permitirán entrar al futuro, seguimos sin resolver lo más elemental, el valor por nosotros mismos. Se habla de diez personas ucranianas que perdieron la vida por los misiles mientras hacían fila en una panadería, realmente es inhumano cómo el poder se impone y cómo las decisiones de unos cuántos pueden afectar cruelmente a la población civil y esto es solo una pequeña muestra de lo que se está viviendo.
Poco a poco vamos a ir conociendo situaciones que esta guerra dejará en la historia de la humanidad. Por otro lado, y no menos desmotivantes, ya surgieron las alertas en los países donde se han abierto corredores humanitarios, nuevamente la maldad del ser humano, se está intensificando la “trata de personas”, aprovechando que muchas familias llegan sin nada mas que con su humanidad.
Son grupos sin escrúpulos que toman ventaja de esto y quedan expuestos niños, adolescentes, mujeres y hombres que van huyendo de un conflicto armado para caer en las “trampas” de otras personas quienes se ganan la vida aprovechando este momento.
El odio nos impide ver el amor y la unidad
Mientras escribo esto, trato de ver la bondad de la humanidad, intento que mi fe no se vea impactada como las bombas que destruyen hospitales y orfanatos, trato de elevar mi humilde oración y cuando alcanzo esa serenidad que solo Dios me puede dar, en un segundo es arrebatada por las imágenes y noticias que diariamente nos llegan.
Hay niños, hay gente enferma y eso no parece importarle al agresor, hay madres de familia que no tienen qué darle de comer a sus hijos, padres de familia que han tenido que dejar a sus esposas e hijos para enfrentar a un ejército, personas mayores que no pueden refugiarse y han decidido quedarse a pesar de la mortal decisión.
Somos nosotros los seres humanos quienes acabamos con nuestra propia especie, en los conflictos mundiales no sabemos ponernos de acuerdo y por muchas causas olvidamos que somos personas, nos convertimos en enemigos y el odio nos impide ver el amor, la unidad y la cordialidad. Han sido días difíciles para quienes creemos en que las cosas se pueden resolver de otra manera, sin violencia, sin muerte.
Si llegaste hasta aquí con esta lectura, quiero compartirte que realmente me duele el alma ver tanta injusticia, dejar tu casa y tu país no debe ser una decisión fácil para nadie. Elevemos nuestra oración por el corazón de la humanidad, que a pesar de esta brutal guerra, debemos confiar que todo esto también pasará.
“Todo el que obra mal detesta la luz y la rehúye por miedo a que su conducta quede descubierta. Sin embargo, aquel que actúa conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que toda su conducta está inspirada en Dios”. Juan 3- 20,21.