(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)
A vueltas con el miedo. Es castrante y humillante en quien lo padece y muy bajo e indecente en quien lo provoca. Es el arma de los débiles cuando se creen fuertes y tiene un componente de envidia y venganza poco evangélica en gentes que cada día rezan el Padrenuestro. Quien con él amenaza, tiene su corazón rebosante de miedos personales, anónimos, secundarios, profundos y aliados de la mentira. Los miedos suelen ser viejas cuentas no saldadas con uno mismo, vicios no superados y complejos escondidos. El que activa mecanismos de miedo, acaba siendo como el cazador cazado, capturado por su propio miedo. En este contexto, alivia escuchar las palabras frescas de Jesús: “No tengáis miedo. Yo he vencido al mundo”, o aquellas otras en el lago de Galilea, cuando los pies de los discípulos se hundían en el agua atrapados por el miedo. La dinámica a la que conduce el miedo es peligrosa. Digo esto a propósito de una nueva novela del sevillano Isaac Rosa cuyo título es El país del miedo. Interesante su lectura y recomendable por la reflexión que incluye. Es una novela inquietante, todo un tratado del miedo. Descubre cómo se construye y se propaga y cuál es su peso en los trabajos y los días. Miedo a recibir una paliza, a que te asalten en un callejón, al robo del bolso, al vecino, al adolescente, a los pobres, a los extranjeros, a los extraños, a uno mismo. Miedo a todo y a todos. Una atmósfera de miedo que se expande y que pone todo bajo sospecha. El protagonista inicia una huida adelante. Cada mentira, cada paso en falso, le hará sentirse cada vez más amenazado. La lectura del libro crea zozobra, pero no le tengan miedo. Vale la pena leerlo y mirar alrededor.
Publicado en el nº 2.629 de Vida Nueva (Del 27 de septiembre al 3 de octubre de 2008).