Al cierre de 59ª Asamblea general, los obispos brasileños ha lanzado una dura advertencia: “Brasil no va bien”, porque “el hambre y la inseguridad alimentaria son un escándalo para el país”.
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A ello suman “la dilapidación de los ecosistemas, la falta de respeto a los derechos de los pueblos indígenas, quilombolas y ribereños, la persecución y criminalización de los líderes socioambientales, la precariedad de las acciones para combatir los crímenes contra el medio ambiente y los desastrosos proyectos parlamentarios contra la casa común”.
Aún en medio de estas incertidumbres, los prelados también celebran “la explosión de solidaridad que ha marcado a todo el país en la lucha por la superación de la lacra sanitaria y social del covid-19”.
Violencia latente, explícita y creciente
Los obispos brasileños señalan que hay “una violencia latente, explícita y creciente” en contra de los indígenas, producto de la “liberación y avance de la minería en tierras indígenas y otros territorios, la flexibilización de la tenencia y porte de armas, la legalización del juego, el feminicidio y el rechazo a los pobres”.
Por ende, estas situaciones “no contribuyen a la civilización del amor y hieren la fraternidad universal” y esperan que “el gobierno promueva grandes y urgentes cambios”, basados en los principios y valores de la Constitución de 1988.
Asimismo claman para que se supere “la lógica de la confrontación, algo que cobra especial relevancia en este año electoral, en un escenario de incertidumbre y radicalidad”, por ello animan a “ejercer una ciudadanía, con participación política consciente, capaz de promover la buena política”.
Esta edición 59 de la Asamblea de obispos brasileños continuará de manera presencial a finales de agosto y principios de septiembre.
Foto: CNBB