Es la autora española más representada y una de las figuras de la dramaturgia contemporánea más estudiada y reconocida internacionalmente. Ha estrenado alrededor de 30 obras, sus textos han sido traducidos en una veintena de idiomas y estrenados en medio mundo. Por si todo ello fuera poco, la embajadora mundial del teatro por la UNESCO acaba de ganar el Premio Max de Carácter social por su ONG Caídos del Cielo.
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PREGUNTA.- ¡Premio Max de Carácter social! ¿Cómo lo está viviendo?
RESPUESTA.- Con alegría. Es un premio muy bonito, porque es para muchas personas. En especial para todos aquellos que están o han estado en Caídos del Cielo y han podido remontar.
P.- Pasó de realizar talleres de teatro con personas sin hogar a escribir sobre ellos para que lo interpretaran unidos a un grupo de profesionales. ¿Cómo es esta experiencia?
R.- Es realmente genial, un aprendizaje mutuo. En los primeros montajes de Caídos los actores tenían a sus personajes al lado, y las personas sin hogar se veían en los actores. El crecimiento fue magnífico y el público no podía discernir quiénes eran unos u otros.
El don del teatro
P.- ¿Se ha convertido en el sentido de su vida?
R.- Sí, ¿qué sentido tiene vivir si no es mejorándote?, dando lo que tienes, por poco que sea. A mí la vida me regaló el don del teatro, y yo he descubierto que lo tengo para compartirlo, para hacer del dolor, belleza.
P.- ¿Cómo es trabajar con “no profesionales” y personas en riesgo de exclusión social?
R.- En un libro no cabría toda la experiencia. Llevo 25 años con ellos y cada grupo tiene su idiosincrasia. No es fácil, el proceso es largo y, a veces sientes que no llegamos, pero, al final, llegamos y son ellos los que nunca fallan. El teatro es seguramente el único lugar donde se sienten imprescindibles. Son equipo. No pueden fallar y cumplen hasta cuando están en las peores condiciones. (…)
El arte más social
P.- ¿El teatro sirve de terapia?
R.- El teatro tiene un poder único. No lo sabemos bien. Es el arte más social de todos, el arte del dar, de la humildad, de la escucha, del equipo… Sobre el escenario has de estar “sirviendo” a los compañeros para que eso funcione. Los Caídos saben muy bien que tienen que ir de la mano. Eso es tremendamente sanador. Después, ya en la calle, ellos se hacen amigos, se acompañan, se apoyan. Ahora estamos con un grupo en soledad no deseada, la gran pandemia de las ciudades. (…)