El arzobispo lituano Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Kiev volvió a hacer un llamamiento a alcanzar la paz en Ucrania “cuanto antes”, y acabar con una guerra “que no se puede ganar”. El prelado, que no abandonó la ciudad ni siquiera en los peores momentos de los ataques rusos, y testigo de excepción del horror, pidió que las balas y las bombas dejen paso a la diplomacia y el diálogo.
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Kulbokas lamentó que todavía haya países que sigan hablando de “cómo ganar la guerra”. El nuncio, sin embargo, se remite a su experiencia propia sobre el terreno para explicar que esto es imposible: “¿Qué significa “ganar” cuando hay decenas de miles de muertos? Lo único que queda es detenerla, la guerra. Si alguien tiene la oportunidad de hacerlo, que lo haga ahora. La guerra mata a todos”.
Desbordados por las urgencias
La situación provocada por el conflicto, les lleva al límite cada día. “Estamos desbordados por las urgencias, empezando por las cuestiones humanitarias, a veces con intervenciones puntuales sobre el terreno, a veces -y este es el ámbito de competencia de la nunciatura- las que requieren el uso de los canales diplomáticos…”
No obstante, es realista sobre su capacidad para influir en las partes: “No tenemos la fuerza de las superpotencias políticas y militares, habría que preguntarles a ellos. Somos pequeños. Pero lo que podemos hacer es quedarnos aquí y hacer nuestra parte, nuestra labor de persuasión moral, que tiene muchas facetas y que obviamente debe ser confidencial. Estar ahí y recordar lo esencial”.
Ejemplo de unión ecuménica contra la guerra
En este aspecto, el lituano quiso destacar la comunión entre las distintas confesiones que están en Ucrania. “Un aspecto alentador es la cohesión entre los hombres de fe. Aquí en Ucrania existe un Consejo de Iglesias y Organizaciones Religiosas que reúne a representantes de las principales confesiones, cristianas y no cristianas, y que constituye un importante ejemplo de cohesión y diálogo. Un arma espiritual y positiva que muestra cómo toda la humanidad debe estar unida en la lucha contra la guerra“.
Al ser cuestionado por la esperanza de que la guerra se detenga pronto, Kulbokas abrió una ventana a la esperanza con la ayuda de Dios. “Humanamente hablando, parece que no hay posibilidades. Pero, como hombres de fe, tenemos la vocación de esperar contra viento y marea, porque sabemos que Dios está ahí e intervendrá en cuanto hayamos hecho nuestra parte”.