La Conferencia Episcopal Italiana había logrado sortear hasta la fecha la presión de la crisis de los abusos sexuales de la Asamblea Plenaria. Sin embargo, tras el terremoto que ha recorrido a todas las Iglesias locales y que tuvo su penúltima parada en España, hoy tendrá su sonora réplica en la reunión que comienzan los obispos transalpinos, en la que tendrán que elegir además nuevo presidente tras el final del mandato del cardenal Gualtiero Basetti.
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A través de una carta hecha pública hoy, la plataforma ‘Coordinación contra los abusos en la Iglesia católica’ reclama una investigación independiente sobre la pederastia eclesial que cuente con la colaboración de los obispos, la apertura de los archivos eclesiales para recabar datos, contar con profesionales “neutrales” que acompañen a las víctimas y elaboren una radiografía de esta lacra, amén de que se elimine la prescripción de los delitos y exigir un certificado al clero y a los catequistas de no haber cometido delito alguno vinculado a la pederastia.
Cuestión de derechos
En la misma, las víctimas exigen “verdad, justicia y reparación” y recuerdan que los abusos suponen una “violación de los derechos humanos”: “Si la Iglesia no respeta los derechos humanos, no puede predicar el Evangelio. Por eso, la obediencia al Evangelio puede llevar a la ‘desobediencia’ siempre que en nombre de la ‘prudencia’ nos arriesgamos a ser cómplices de delitos”.
En paralelo la crisis de los abusos, dos nombres se perfilan como principales candidatos para suceder a Basetti. Por un lado, el cardenal arzobispo de Bolonia, Matteo Zuppi, vinculado a la Comunidad de Sant’Egidio y que, hoy por hoy, junto al secretario de Estado, Pietro Parolin, se sitúa en los mentideros vaticanos como el único italiano en la lista de papables en un futurible cónclave. El otro nombre que está sobre la mesa de los obispos italianos para escogerle como piloto es el cardenal arzobispo de Siena, Augusto Paolo Lojudice, al que Francisco conoce bien por haber sido obispo auxiliar de Roma hasta 2019.