Las Obras Misionales Pontificias (OMP) “ayudan a los fieles a vivir esa dimensión de la fe madura que es la misión”. Así lo defiende el arzobispo italiano Giampietro Dal Toso, que atiende en Roma a Vida Nueva, justo antes de volar hacia Lyon para presidir la asamblea general de esta plataforma eclesial.
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PREGUNTA.- El presente año 2022 está lleno de eventos importantes para las OMP: el bicentenario de su nacimiento, la beatificación de Pauline Jaricot…
RESPUESTA.- No se trata solo de nuestro bicentenario, sino también de los 400 años de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Propaganda Fide. Por estatuto, estamos confiadas a la Congregación, pero, además, mantenemos una estrecha y concreta colaboración para sostener la misiones, una labor que la Congregación coordina para dirigir el trabajo en los territorios considerados entonces de misión. Las OMP sostienen ese trabajo para fortalecer a las Iglesias locales, que explica nuestro carisma hoy 200 años después de la fundación.
Veo cada vez más claro que la tarea de las OMP es, precisamente, el fortalecimiento de las Iglesias locales. No me refiero solo a las que están en los llamados ‘territorios de misión’, pues es una labor con frutos en todas las direcciones. Fortalece a los fieles de todas las Iglesias para vivir la dimensión misionera y universal de su fe. Cada bautizado está llamado a la misión, como recuerda el Concilio. Las OMP ayudan a los fieles a vivir esa dimensión de la fe madura que es la misión. Es un carisma que pretende sostener a las Iglesias locales, desde un punto de vista espiritual y material.
P.- Se celebran también los 150 años del nacimiento del beato Paolo Manna, fundador de la Pontificia Unión Misionera. ¿Qué aportó Manna?
R.- Pablo VI decía que la obra de la Pontificia Unión Misionera era el alma de las OMP. El beato Manna tiene una gran importancia por su idea de fomentar la vocación misionera y su profunda reflexión teológica sobre la misión. Uno de los puntos débiles sigue siendo hoy la escasa reflexión teológica sobre la misión. Es importante seguir las indicaciones de Francisco sobre la Iglesia misionera y reflexionar teológicamente sobre lo que significa.
Pauline Jaricot
P.- ¿Y qué supone la beatificación de Jaricot, fundadora de la Obra de la Propagación de la Fe?
R.- Significa el reconocimiento de una personalidad verdaderamente carismática e impresionante. Tenía una fuerte experiencia mística y, desde ella, impulsó una tarea muy concreta y práctica: recoger dinero para la propagación de la fe, un proyecto que funcionó en Francia y en el exterior. Con su beatificación, la Iglesia reconoce lo que hizo y su intuición. Ella no era monja, solo se consagró personalmente porque decía que no sentía la llamada de ir a un monasterio, que su monasterio era el mundo; 160 años antes del Concilio tenemos a una laica llamada a transformar el mundo a través de su fe.
P.- ¿Plantea también hoy la descristianización de muchas zonas de Occidente un desafío para las OMP?
R.- Hay muchas direcciones nacionales de las OMP de países de tradición católica cuyo trabajo de sensibilización misionera ayuda a llegar a personas que normalmente no van a la Iglesia. En este sentido, destacaría la experiencia de España, cuya participación en la vida de la Iglesia no es tan fuerte como hace 30 o 40 años, pero donde se han desarrollado nuevas fórmulas para llegar a la gente, aunque no vayan a las parroquias. Ya no se puede contar solo con la colecta dominical.