“Entender a los migrantes, tiene su clave: Tenemos que vernos a nosotros mismos“. Hace unos días lo ha afirmado el Papa Francisco a los miembros de la Global Solidarity Fund. Un mensaje repetido de muchas maneras en muchas ocasiones. Nos acercamos a este viaje de ida y vuelta donde vemos y nos vemos como migrantes. Veamos .
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Muchas son las causas de los traslados de lugar que expresan la incontestable visibilidad de la movilidad humana. Una familia, una persona, un grupo etc se traslada de un lugar a otro por distintas razones: búsqueda o hallazgo de empleo, traslado familiar, turismo, cambios profesionales , razones de violencia o defensa vital de los derechos humanos , mayor desarrollo, cambio de comunidad, etc. En los traslados se adivinan expectativas y realidades experimentadas que marcarán y acompañarán los movimientos itinerantes ya sea a nivel personal o comunitario . Es verdad que en esas situaciones es fácil comprender, y comprenderse como itinerante o si se quiere como peregrino. Todos lo somos en nuestros desplazamientos. Y muchos de ellos forjan identidades.
Situándome por experiencia propia o ajena de esa situación, uno puede comprender mejor a los que lo hacen por obligación o aspiración. Y es que el traslado personal, familiar, y/o grupal puede producirse por distintas causas. La ultima que encontré fue expresada de manera breve y concisa: “La tierra no daba para más y además en mi país estamos peleados”.
Ya llovió mucho desde que se formuló esta causa. Citemos los comienzos bíblicos. Por ejemplo el Génesis «También Lot, que iba con Abrahán, tenía ovejas, vacadas y tiendas. Ya la tierra no los sustentaba, porque su hacienda se había multiplicado, de modo que no podían vivir juntos. Hubo riña entre los pastores del ganado de Abrahán y los del ganado de Lot. Dijo, pues, Abrahán a Lot: “Mira, no haya disputas entre nosotros ni entre mis pastores y tus pastores, pues somos hermanos. [Lot era hijo de Harán, hermano de Abrahán, así es que eran tío y sobrino]. ¿No tienes todo el país por delante? Pues bien, ve tú por tu lado. Si tú vas al norte, yo iré hacia el sur; y si tú vas al sur, yo iré hacia el norte” ( Gn 3,5-2). Es decir “la tierra no los sustentaba y hubo riña”. Y salieron una tribu al norte y otra al sur.
Hoy son muchos los nortes y sures ( añadamos el plural del este y el oeste) que testifican esta realidad de los migrantes y refugiados hacia la que debemos enfocar nuestra mirada, no solo desde los números o desde los titulares mediáticos , sino descubriendo quizás otras miradas que les asustan desde la desconfianza y el temor.
Esencia del peregrinaje
Salir y marchar, como Abrahán ( «Sal de tu tierra, de tu patria, de la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré» (Gn 12,1). Esa es la esencia del peregrinaje humano no solo en los cambios de lugares sino en el desarrollo de su vida, en el cambio de sus ideas, en el florecer de su personalidad. Todos acabamos siendo distintos de lo que éramos. Todos cambiamos de manera de ver, de pensar, de ser, desde que comenzamos a pensar bajo la influencia de otros hasta que nos encontramos a nosotros mismos en la independencia de nuestra individualidad. Todos cambiamos de terreno, de horizontes, de coordenadas en el mapa de nuestra vida. Todos nos sentimos llamados a otras tierras que aún no conocemos, pero que «se nos mostrará» según vayamos andando por la vida y por la fe con ilusión, pasión y valentía.
Incluso aunque haya gente que no cambie de país de residencia , el país sí cambia no tanto en su geografía sino en mentalidad, costumbres, en sus entonos culturales, religiosos políticos etc y nos hace emigrar del entorno y contexto cultural recibido , aun sin movernos de sitio . Lenguajes, cosmovisiones, instrumentos de aprendizaje ( robótica , móviles, tarjetas, bizum etc ) conforman de nuevo nuestro paisaje a veces sin movernos del lugar .
Todos somos migrantes
Hemos cambiado radicalmente de entorno porque este ha cambiado radicalmente. Ahora ya no somos solo ciudadanos de nuestro barrio, sino de de muchos países lejanos Los eventos del planeta global y de toda la creación nos llegan y nos forman como antes nos formaban la información cercana . Todos somos emigrantes porque todos vivimos ahora en un entorno que nos lleva a tratar con gente de distintas mentalidades, a conocer culturas diferentes, a escuchar lenguajes disonantes a nuestros oídos, a observar la práctica de religiones que considerábamos «paganas» y ahora las vemos practicadas en nuestras calles y plazas.
Cualquier cosa que afecta a los emigrantes debemos también aplicárnosla a nuestra propia experiencia cayendo en la cuenta de sus dificultades , riesgos, duelos, y expectativas mezcladas de sufrimiento y melancolía por lo que se deja y de la ilusión que puede traer sobre todo a los emigrantes de primera generación que llega a una tierra lejana y extraña con toda la ilusión del mundo y a la vez toda la incertidumbre por la suerte que correrá en un primer entorno extraño y hostil. Y allí va labrando su vida.
Diversidad que enriquece y fraterniza
Pensemos en ello. Sabiendo que muchos – quizás mis vecinos- han sabido acercarse con fruto a nuestros propios entornos, favoreciéndolo desde la diversidad que enriquece y que nos fraterniza
Por cierto, recuerdo que hace pocos años en Bruselas quise acercarme a una estación de tren. Allí hay varias y que sirvieron de referencia para que , en su entorno se situaran generosas iniciativas para atender a los emigrantes españoles . Quería ir a la de Bruselas-Midi . Sabía que estaba cerca pero no sabía cómo llegar . Me dirijo a unos trabajadores que están reparando algo en la calle y les pregunto en mi mejor francés posible: “¿Dónde está la estación de tren?”. Me contesta enseguida uno de ellos en perfecto español, señalándola con el gesto: “Allí mismito la tiene usted a la izquierda”. “Gracias”. No era un español de Castilla. Era un nicaragüense . Había venido porque allí “estaban peleados”. Yo había llegado por una situación puntual de mi trabajo y me había perdido . Le entiendo. Me entiendo . Nos encontramos. Nos ayudamos. ¿O no?