Imaginemos por un momento que los principales líderes mundiales no respondan a la línea ideológica de su partido. Por ejemplo, que Trump no hubiese ejercido la presidencia de Estados Unidos desde el enfoque republicano; más aún, que Biden sea capaz de incidir en el conflicto de Ucrania sin las directrices del partido demócrata.
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Pensemos en una España en la que sea posible que Vox hable bien de Podemos, y éste le reconozca al Partido Popular algún logro de gestión, y éste a su vez continúe una propuesta del gobierno presidido por el PSOE.
Dichos ejemplos pueden tener cabida dentro de un escenario democrático, pero, hagamos un ejercicio más atrevido de imaginación. Pensemos que en Cuba no se pretenda gobernar bajo la idea de “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”, o que Maduro se atreva a echar a un lado sus presupuestos socialistas, antes de entablar el diálogo para Venezuela.
La arriesgada invitación de Francisco
Parece utópico e irreal, pero esta ha sido la propuesta lanzada recientemente por el papa Francisco, en una audiencia con jóvenes políticos franceses, que pertenecen a la Fraternidad Chemin Neuf.
“La realidad es más importante que la idea: no se puede hacer política con la ideología. El todo es superior a la parte, y la unidad es superior al conflicto. Siempre busquen la unidad y no perderse en el conflicto”, ha dicho el pontífice.
Y que como era de esperarse, sus palabras no han tenido el eco suficiente en la agenda setting contemporánea; resulta que trae más tráfico web decir que Francisco es comunista, o que es un aliado del progresismo internacional y de la fulana agenda 2030, que la solidez de apartarse del extremo del discurso ideológico.
Pero no, la propuesta del papa es lo suficientemente arriesgada y valiente, no encasillada en el reduccionismo autoritario del pensamiento homogéneo; pues habla de ser y hacer política según la lógica de la Doctrina Social, en búsqueda del bien común y como expresión de caridad.
La política real es hacer el bien
No es una ilusión imposible, el papa apela a la conciencia, por tanto, a la interioridad de los políticos que deben asumir su función desde el servicio, y sobre todo como servicio a los demás, y mejor aún, como servicio a todos, ya sea por los que votaron por ellos o no, o por los que están en su partido o no.
La propuesta de política sin ideología es descrita también por otra gran pensadora, Chiara Lubich, que con el genio femenino fue mucho más incisiva en su idea, pues no solo se quedó en la política sin ideología, sino que dio un paso más allá, “hasta el extremo”.
«Amar el partido del otro como el propio», dijo Lubich, en 1959, el cual es el fundamento de la rama de acción política del Movimiento de los Focolares, pero que puede ser una pieza más del fecundo patrimonio de la Iglesia en asumir el ejercicio político, con y desde el Evangelio.
¿Qué tan católico son los políticos que se llaman católicos?
Todo esto es una buena forma de medir que tan católicos o cristianos son nuestros políticos, no porque vayan a misas y comulguen, o vayan con un rosario en la mano a las concentraciones del partido, sino si actúan de cara al bien común, en búsqueda de la solidaridad, y sobre todo por amor.
En el fondo, la idea de Francisco responde al planteamiento de Lubich, la política sin ideología solo puede ser comprendida desde el amor, como expresión de caridad. Ya que el amor no es ideológico, no es reductivo, ni parcial, es entrega, al ejemplo de Jesús.
Ojalá que lo dicho por Francisco tenga resonancia en los políticos y sea escuchado, y que no tenga más centimetraje el chiste sobre la suegra.
Por Rixio Portillo. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey