Hoy entra en vigor la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, sobre la reforma de la Curia romana, aunque fue promulgada desde el pasado 19 de marzo, fiesta de San José. El documento, que cuenta con 11 capítulos y 240 artículos, recoge los cambios que ha querido el papa Francisco -quizá no todos– en el corporativo de San Pedro, y fue ayudado en su redacción por el consejo de Cardenales, o C9 en su origen, y hoy llamado el C7.
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Las Curias, como las oficinas centrales de cualquier institución, son proclives a problemas internos, que Francisco de Roma reseñó en 15 “enfermedades” el 22 de diciembre del 2014, entre las que destacaban el sentirse inmortal, el activismo, el Alzheimer espiritual, la rivalidad y la vanagloria, la esquizofrenia existencial, la cara de funeral, etc.
No sé si la referida Constitución logre acabar con esos males. Lo dudo. Bergoglio ya está en el ocaso de su gestión, y muchos de sus enemigos medran, precisamente, en los pasillos curiales, y viven poniendo traspiés al Papa de origen argentino.
De cualquier manera, el texto busca cambios importantes en una de las estructuras eclesiásticas más inmóviles y anquilosadas.
Destaca el que cualquier fiel pueda dirigir de ahora en adelante un Dicasterio -departamento u organismo especializado de la Curia vaticana-, lo que abre la puerta a mujeres en los más altos puestos de dirección eclesiástica. También los reduce y los coloca al servicio no sólo del Papa sino de todas las diócesis del mundo.
No menos importante es la atención que se dará a proyectos tan distantes de los clásicos intereses curiales, como la caridad, la evangelización y la cultura.
La renovación de la Curia vaticana, coinciden los especialistas, es un decisivo paso para la consolidación de la Iglesia sinodal que tanto busca Francisco de Roma, sobre todo por una cada vez más amplia convocatoria de los laicos, y en especial de las laicas, para insertarse en procesos hasta ahora reservados para clérigos.
Pero sobre cualquier otra modificación, el título mismo quiere indicar la intención papal: o la Curia predica el evangelio, con sus protocolos y lineamientos, o no tiene sentido su existencia.
Pro-vocación
Otra novedad que aporta la Praedicate Evangelium es la creación de una Dirección de Recursos Humanos, en la Secretaría de Economía. Excelente decisión, pues es necesario profesionalizar y laicizar el trabajo de la Curia romana. Pero, con todo respeto, va una sugerencia: sería mejor nombrarla Jefatura o Dirección de Talento Humano, como se tiene en la Curia de la Arquidiócesis de Monterrey, México. No me detengo en el significado de “Talento” en comparación con “Recurso”.