Cuarenta obispos, durante el Concilio Vaticano II, firmaron lo que se conoció como el 'Pacto de las catacumbas de la Iglesia pobre y servidora'. El segundo punto del pacto declaraba: "Renunciamos para siempre a la apariencia y a la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (granjas ricas, colores chillones), en las insignias de materiales preciosos (estos signos deben ser, en efecto, evangélicos). Cf. Mc 6,9; Mt 10,9ss; Hch 3,6. Ni oro ni plata".
Escuchando las historias de tantos y tantas, que sufren y que intentamos acompañar, nos preguntamos: ¿Hasta cuándo y hasta dónde va a avanzar esto? Estamos casi a la medianoche, estamos casi en el límite …