José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

¿Y qué pasa si renuncia?


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Joseph Ratzinger – Benedicto XVI renunció al papado cuando tenía 86 años de edad. Jorge Bergoglio – Francisco, los cumple el próximo 17 de diciembre. Tal coincidencia ha hecho que no pocos vaticanólogos afirmen que el Papa argentino prepara ya su dimisión. Además, hay otros dos elementos que avalarían esta sospecha.



Uno de ellos es la salud de Bergoglio. A causa de los problemas que le está planteando su rodilla, ha debido aplazar su visita a República Democrática del Congo y Sudán del Sur, programada del dos al siete de julio próximo. Ya se había pospuesto su viaje al Líbano, en agenda del 12 al 13 de este junio, y está en veremos su arribo a Canadá, fechado del 24 al 30 de julio. Tales contratiempos en su agenda están ligados a su estado físico.

El otro elemento, más bien anecdótico, mira a la visita que Francisco de Roma hará a la basílica de ColleMaggio, en L’Aquila, y en la que está enterrado Celestino V, el Papa que dejó su cargo en 1294, apenas cuatro meses de ser investido, por el peso del cargo y las intrigas que padecía. Las similitudes serían muchas, por los ataques curiales y de episcopados como el norteamericano, que arrecian en contra el actual Papa. Quienes ven ya próxima -o esperan- la jubilación papal, consideran que sería el sitio adecuado para darla a conocer.

Pero personajes como el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Madariaga, uno de los más cercanos colaboradores de la oficina papal, ha calificado de “telenovela barata” tales rumores.

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A ver. ¿Y si, en realidad, Francisco quisiera renunciar, por las razones mencionadas o por otras? ¿Disminuiría el revolucionario aporte que ha ofrecido a la Iglesia Católica y al mundo en estos sus ya nueve años de pontificado? Si permanece en el cargo tres o cuatro más: ¿logrará completar las reformas que ha iniciado?

Confío en que el Espíritu Santo lo ilumine para que tome la mejor decisión. Si continúa, que sea con toda la actitud y luchando de manera incansable, como hasta ahora, para enfrentar el fuego amigo que surge desde las mismas paredes vaticanas. Si decide irse, habrá que respetarlo y agradecerle, darle continuidad a sus proyectos todavía pendientes, resistir los embates de quienes buscarán dar marcha atrás, y no poner la solución a los problemas eclesiales en el Papa siguiente.

Está demostrado que se necesita mucho más que un líder carismático y transformador como lo ha sido Francisco de Roma, para cambiar las pesadas estructuras de un modelo de Iglesia que se resiste a morir.

Pro-vocación

Y, mientras tanto, continúan los trabajos del sínodo sobre la sinodalidad en todo el mundo. A reserva de conocer los resultados finales, comienzan a destacar algunas constantes. Se le pide a la jerarquía que cambie sus posiciones, demasiado intolerantes, sobre el papel de la mujer en la Iglesia, el celibato sacerdotal opcional, la inclusión de homosexuales y divorciados vueltos a casar, etc. Veremos si se atiende este extendido reclamo o si, como en el caso del Sínodo sobre la Amazonía, se aborda de manera tibia y superficial.