Owo, al suroeste de Nigeria, una de las zonas consideradas como seguras hasta el presente: más de 30 personas asesinadas y muchas más heridas en un ataque a la parroquia católica de San Francisco Javier. Fue el primer domingo de este mes de junio. Cosas semejantes ocurren frecuentemente en Mali, Burkina Faso, Níger…
- PODCAST: Testigos del Concilio Vaticano II
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Por encima de todos los atentados a la vida humana, en el colmo de la absurdidad y la locura, se sitúa el terrorismo en nombre de Dios. Matar pensando dar gloria a Dios, matar en su nombre, es el colmo de la locura y el disloque, el sinsentido supremo. Y, sin embargo, un simple recorrido por la historia nos muestra numerosos episodios de guerras y matanzas en nombre de Dios, motivadas por la religión.
Y no solo en la historia: en la actualidad leemos, consternados, las noticias de atentados en iglesias y mezquitas. Para muestra, basta el botón con el que iniciamos este comentario.
Documento sobre la fraternidad
“Declaramos –firmemente– que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismos, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso político de las religiones y también de las interpretaciones de grupos religiosos… Por eso, nosotros pedimos que se deje de usar el nombre de Dios para justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión”.
Son palabras del papa Francisco y el imán Ahmad Al-Tayyeb, en el Documento sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia común, firmado por ambos en febrero de 2019.
Y añaden: “Lo pedimos por nuestra fe común en Dios. Dios, el Omnipotente, no necesita ser defendido por nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente”.
Si en diversos momentos de la historia las religiones han sido origen y motivo de guerras, ahora es el momento de que decididamente se conviertan en instrumentos de paz y de fraternidad; si han sido causa de problemas en el mundo, es la hora de que sean parte de la solución de esos problemas.
“No habrá paz en el mundo sin paz entre las religiones”, decía ya en 1994 el teólogo Hans Küng. Para añadir: “Y no habrá paz entre las religiones sin diálogo entre ellas”.
Que la Iglesia católica tenga un Dicasterio para el Diálogo Interreligioso es todo un mensaje en sí mismo.
“Venga a nosotros tu Reino”, Reino de paz y de vida.