El 20 de junio, Pedro Palma murió buscando refugio en una pequeña iglesia de Cerocahul (Chihuahua, Méjico). Para protegerlo se interpusieron los cuerpos y las vidas de los jesuitas Javier Campos, (79 años), y Joaquín Mora, (80) Cuerpos que fueron el último refugio. Un compañero de la Tarahumara “Pancho”, hace un responso titulado “Mi manera de llorar” que circula en redes sociales: “La oscuridad se cierne sobre nuestra sierra, la lluvia trémula provoca el escalofrío de los huesos, ésta, se encarga de recordar que el cielo también puede llorar y hoy lo hace. La tristeza nos invade, no sólo por los que hoy caen, sino por todos aquellos que han muerto, consecuencia de una guerra absurda y estúpida”.
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Unieron sus vidas a las recordadas ese mismo día en la Jornada Mundial del Refugiado. Millones de personas forzadas a dejar sus hogares buscando refugio. En cifras que siguen creciendo día a día, para alcanzar trágicamente durante 2022, (especialmente tras la guerra en Ucrania), la redonda cifra de 100 millones. Con un dato que confirma la sospecha de siempre: El 83% de las personas refugiadas fueron acogidas en países empobrecidos y próximos a los de huida. No lo olvidemos.
Y un nuevo grito resuena, como fecha en rojo del calendario, el 22 de junio con las aproximadamente 2.000 personas que buscaban refugio sin posibilidad real de solicitarlo cerca de la valla de Melilla. Un número aproximado pues ni sabemos, ni sabremos, ni cuántos eran ni cuántos de ellos murieron. Ni su nombre siquiera. Un espejo del abandono y la injusticia donde todo era sangre, jirones de piel desgarrada, pies rotos, cadáveres refugiados en el pecho de otros cadáveres.
Por quienes, buscando refugio, también llora el cielo. Y la tragedia sigue. Como si los días buscaran salidas para que estos dramas desaparecieran. Y es que hay vida más allá de los días llenos de OTAN.
Perseguidos
El Orgullo Gay nos sirve para recordar por ejemplo que también hay refugiados por causa de su orientación sexual o identidad de género. No hay que olvidarlos tampoco, pues muchas personas LGTBIQ+ huyen al ser criminalizadas y perseguidas en sus países de origen o en su tránsito migratorio. Huyen al menos de 70 países que penalizan por ley a las personas LGTB, y en 11 de ellos, con pena de muerte.
Termino el día 29. Podríamos seguir. Porque en este tema son días de suma y sigue. Cierro el repaso de estos nueve días cuando me impacta la noticia de ayer que resume todo: el cerrojazo a la vida de 46 personas migrantes asfixiadas, algo así como vidas abortadas, en un camión cerca de la frontera con México.
A todos ellos les cubre el mismo cielo. Con demasiada nieve, sol y lluvia sobre ellos. Así describe a los refugiados el poeta Adam Zagajewski, premio Princesa de Asturias en 2017 que nació en Lvov (1945) cuando era territorio polaco (actualmente es parte de Ucrania ) y murió en Cracovia (2021). Porque también emigran las ciudades.
Escribió un poema que refleja los quebrantos del exilio titulado precisamente “Refugiados”, un texto doloroso, bello y sublime, que resume el drama de los mismos que hoy tienen rostro de seis millones de ucranianos, como el propio Zagajewski:
“Encorvados por una carga
que a veces es visible, otras no,
avanzan por el barro, o arena del desierto,
inclinados, hambrientos,
hombres taciturnos con gruesos caftanes,
vestidos para las cuatro estaciones,
ancianas con caras llenas de arrugas
llevando algo, que puede ser un bebé, una lámpara
(familiar), o quizá la última hogaza.
Esto puede ser Bosnia, hoy,
Polonia en septiembre del 39, Francia
(ocho meses después), Turingia en el 45,
Somalia, Afganistán, Egipto.
siempre hay un carro, o como mínimo un carretón
repleto de tesoros (colchas, tazas de plata,
y el aroma de casa que se evapora rápidamente),
un coche sin gasolina, abandonado en la cuneta,
un caballo (será traicionado), nieve, mucha nieve,
demasiada nieve, demasiado sol, demasiada lluvia,
y esta inclinación tan característica,
como hacia otro planeta mejor, un planeta
que tiene generales con menos ambición,
menos cañones, menos nieve, menos viento,
menos Historia (este planeta, por desgracia,
no existe, sólo existe la inclinación).
Arrastrando las piernas
van despacio, muy despacio
al país de Ningún Sitio,
a la ciudad Nadie
en la orilla del río Nunca.”
Más allá de nueve. Muchos más días. Ejemplos que demuestran las ineptitudes gubernamentales, la incapacidad de aquellos que fueron elegidos para proteger (nos) y que les (nos) siguen abandonando a su (nuestra) suerte. No es sólo el que cierra puertas o dispara o apalea sino también aquellos que dotados de poder para detener esta barbarie prefieren no hacer nada, ellos también son cómplices.