Dice Juan en su evangelio: “Yo soy el Buen Pastor, conozco a mis ovejas, y ellas me conocen, igual que el Padre me conoce a mí, y yo lo conozco a él; y como buen pastor yo doy mi vida por las ovejas. Pero tengo otras ovejas que no están en este redil; también a esas tengo que traerlas, para que escuchen mi voz. Entonces se formará un único rebaño, bajo la guía de un solo pastor”. (Jn 10, 14-16).
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Junio es el mes en el que, tradicionalmente, se ven muchas manifestaciones de todo tipo y donde la bandera arcoíris ondea ampliamente desplegada. Estamos en el mes en el que se celebra el Día del Orgullo.
Frustraciones y tristezas
Nunca he escondido, ni lo haré, mi relación con comunidades de diversidad sexual a las que acompaño en la medida que ellas quieren, donde tengo amigos con quienes comparto alegrías, sueños, esperanzas, frustraciones, tristezas, y fe en Dios y en un cristianismo inclusivo que lleve a la Iglesia a serlo también.
Hace poco se hizo público que el Franciscano alemán, Markus Fhurmann, había sido elegido provincial tras haberse declarado públicamente homosexual. Al ver la noticia, me pregunté ¿y cuándo se verá esto tan normal que deje de ser noticia?
Diferencias admitidas
Por la calle nos cruzamos con personas son diferentes entre sí porque todos somos diferentes. Y hay personas que, además de todas las diferencias admitidas sin problemas, son sexualmente diferentes. Algo que se admite en la sociedad, algo que admite la mayoría de la amplia base del pueblo de Dios que es el laicado y que, todavía hoy y oficialmente, una parte de la jerarquía mira con desdén y, por supuesto no acepta. Es cierto que algunos obispos ya van dando pasos y es muy de agradecer.
También hace poco los obispos de una provincia eclesiástica, emitían un comunicado a tenor de la aprobación de la “Ley Trans” de la comunidad a la que pertenecen. Sin entrar ni en la ley ni en la respuesta de los obispos, pensé cómo nos condiciona a todos tener solamente un solo punto de visión.
La polarización como regla
Fruto de la época en la que vivimos, marcada por la inmediatez y que no permite crear y menos asentar corrientes de pensamiento, la polarización parece ser la única regla de juego tanto en la sociedad como en la Iglesia.
Así, los políticos tienden a ideologizar todo lo que cae en sus manos y, desde la Iglesia, se responde con rigidez. Al leer el comunicado de los obispos pensé desde qué óptica hacían la reflexión, si habrían hablado con científicos sociales, si sabrían quienes son Judith P. Butler y su teoría queer, y Paul-Michel Foucault y su historia de la sexualidad humana. No estoy diciendo que tengan que estar de acuerdo con los estudios y las investigaciones de estas dos personas, digo solamente si los conocerán y sabrán quienes son. Al parecer no, no los conocen.
Manuales de moral
La postura de la Iglesia oficial, por lo general, ante la realidad de las comunidades y personas de diversidad sexual, suele empezar y terminar en los manuales de moral sexual sin asomarse al texto del evangelio de Juan que abre esta reflexión. No hay un texto más inclusivo, más acogedor, y más claro en el evangelio sobre lo que debe ser el único rebaño. Por si esto fuera poco, en el evangelio de Juan se da otra cuestión muy importante, y es que no hay apóstoles, todos son discípulos, y esta enseñanza de cómo debe ser el único pastor del único rebaño, va dirigida a todos los que le pudieran acompañar en ese momento.
Las comunidades de diversidad sexual, en este momento y dentro de la Iglesia, son como la mujer encorvada del evangelio de Lucas. Hemos encorvado a esas personas con el peso de mil historias añadidas, de mil desprecios, de mil cargas vacías de contenido y, sobre todo, de miles de prejuicios a los que no queremos o sabemos renunciar.
Nadie excluido
Porque, que Jesús curara a esa mujer enderezándola es lo que siempre atrae y centra la reflexión, sin embargo, el hecho de ayudarla a ponerse derecha, significó para la mujer poder mirar a Jesús cara a cara, y no olvidemos que era y es Dios. Jesús, con ese gesto, lanzó el poderoso mensaje de que nadie estaba excluido -situación de la mujer en la época y situación de las personas de diversidad sexual hoy- de la ternura y de la mirada de Dios.
También como Iglesia deberemos vivir el proceso de enderezarnos con la ayuda de Dios para soltar las historias, tradiciones, cargas, y prejuicios con las que hemos cargado a otros. De no hacerlo, ¿cómo podremos mirar a nuestros semejantes -todos diferentes entre sí- y todos creados a imagen y semejanza de Dios, cara a cara?
Pequeños pasos
Se van dando pequeños pasos. Conozco a obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, y laicos que acompañan con la naturalidad más absoluta, es decir, como a cualquiera, a personas que provienen de estas comunidades y a comunidades enteras. Esa es la actitud. La normalidad.
Ahora falta ir reconociendo que esa diversidad sexual no solo está fuera de la Iglesia, sino que está dentro desde hace… Hay laicos, por supuesto, y también sacerdotes, religiosos, religiosas, monjes, monjas y obispos. No todos saben cómo encajar esa diferencia, si deben o no manifestarla, darla a conocer, cómo vivirla.
La vocación
En definitiva viven sufriendo mucho por algo que no han elegido ser. Eso les impide disfrutar de la vocación a la que han sido llamados porque, que nadie piense que todos huyen del mundo y buscan en la vida eclesial, religiosa, etc, un refugio. Puede que algunos lo hayan decidido así, pero no es fácil vivir esa vida sin vocación. Sin embargo, los hay con auténtica vocación y entrega para hacer realidad el reino de Dios, así que, ¿qué les diferencia de tantos?
Decía Yvan Audouard, periodista y escritor francés: “Bienaventurados los fracturados, porque dejan pasar la luz”. Sinceramente, prefiero que la luz multicolor que puedan aportarnos nuestros amigos de las comunidades de diversidad sexual, sea fruto de la refracción cuando la luz atraviesa gotas de agua o un prisma triangular de cristal. Porque, como decía Eduardo Galeano, “el mundo cambia si dos se miran y se reconocen”.
PD: ¿Mantenemos la esperanza de que algún día se hile tan fino con la moral social como se hace ahora, desde algunas instancias eclesiásticas, con la moral sexual?