Su lema episcopal es toda una declaración de intenciones: Evangelizare pauperibus (Evangelizar a los pobres). Quizá por eso el Episcopado le ha confiado el brazo caritativo de la Iglesia. Jesús Fernández (León, 1955) es hoy el obispo acompañante de Cáritas Española. Mientras peregrina a Lourdes, el obispo de Astorga conversa con Vida Nueva sobre el futuro de la entidad tras cumplir 75 años de “amor por los demás”, tal y como reza el lema del aniversario.
- PODCAST: Hummes… y “no te olvides de los pobres”
- A FONDO: Matilde Martín, la voluntaria más veterana de Cáritas: 70 años al servicio de los últimos en Tenerife
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PREGUNTA.- ¿A qué realidades debe responder hoy Cáritas?
RESPUESTA.- Ahora son muchas las necesidades que se nos presentan. Cáritas, lógicamente, tiene como misión ser el reflejo del amor de Dios en medio de las circunstancias que estamos viviendo. Estas circunstancias venían siendo bastante importantes tras la crisis de 2008, que comenzó siendo financiera y terminó siendo global.
A partir de ese momento, luego con el COVID-19 y ahora con la guerra de Ucrania, todo ello va empeorando las circunstancias, de modo que nos ha obligado a centrarnos en la atención primaria de las personas, porque las instituciones públicas no llegan. Pero nuestra vocación es, sobre todo, atendiendo esas necesidades básicas, buscar la dignidad de las personas, su desarrollo integral.
En los últimos años hemos desarrollado un modelo de economía solidaria con la creación de empresas de inserción social y ya sumamos más de 60 en toda España y más de 40 tiendas de Moda Re-, que se basa en el reciclaje de ropa. Por tanto, nuestro deseo es lograr la dignificación de la persona, la lucha por sus derechos, que, con frecuencia, son conculcados. Y, por supuesto, tenemos que atender a las necesidades que presentan personas de nuestros territorios, pero también fuera de nuestras fronteras, por eso la ayuda internacional sigue en alza.
Por otro lado, debemos cuidar la dimensión espiritual. Nos hemos dado cuenta de que, a veces, por la urgencia de lo primario, no hemos tenido tan atendido el aspecto religioso y queremos darle esa oportunidad a los que son creyentes –muchos de ellos lo son– de encontrar en la Iglesia un espacio para discernir la voz de Dios, para que se sientan acompañados por el Señor.
Pobreza con un nuevo rostro
P.- ¿Seguimos pensando que ser pobre es vivir en la calle?
R.- Efectivamente. Hasta 2008 la pobreza se identificaba más con quien está pidiendo por las calles y todavía tenemos ese recuerdo. Pero a partir de esa crisis, la pobreza alcanzó a muchas personas que vivían con total normalidad. Con ellos hemos tenido que mostrarnos con un rostro cercano para que se atrevieran a venir a Cáritas, porque ni siquiera pedían porque no se atrevían, les daba vergüenza. Incluso hemos ido a ofrecerles expresamente nuestra ayuda. Esta pobreza se está expandiendo de una forma bastante seria…
P.- El Papa propone a Cáritas ser camino de los últimos, de misericordia y de renovación. ¿Cómo acoge sus palabras?
R.- Es un mensaje muy hermoso que nos ha llegado al corazón. Es evidente que el Santo Padre conoce y es muy sensible a la situación de los pobres, son sus preferidos como eran los preferidos de Jesucristo. Sus palabras son muy atinadas porque, efectivamente, el camino de la Iglesia es el camino de los últimos.
En ese camino de los últimos estamos desde hace 75 años y la Cáritas del futuro tiene que aprender a atenderles de forma integral. Por otro lado, el Papa menciona el camino de la misericordia. La fuerza de la misericordia es el corazón, que es capaz de compadecerse, de ponerse en el lugar del otro y de actuar desde el lugar de esa persona discriminada.
Así también nos habla del camino de la renovación. Ciertamente, Cáritas está llamada a renovarse, lo hace constantemente y estoy sorprendido por esta capacidad. Está claro que la caridad siempre es creativa, siempre busca la forma de atender a aquellos que tienen algún tipo de necesidad.
A veces, en mis conversaciones, suelo poner el ejemplo de una madre. Yo lo viví de pequeño, cuando llegaba a casa con unos amigos sin avisar a mi madre y ella, pese a no tener tanto, nos sentaba en la mesa a comer. El amor de una madre es creativo y la Iglesia, que es madre, tiene que estar pensando siempre en las necesidades de los últimos.