La tradición de las místicas engrandece la teología

Ediciones Encuentro publica el estudio de Louis Bouyer sobre la propuesta de feminidad de Hadewijch de Amberes, Teresa de Ávila, Teresa de Lisieux, Isabel de la Trinidad y Edith Stein

La tradición de las místicas engrandece la teología

Más de 30 años después de su publicación en Francia, llega a España el sugerente libro ‘Figuras mística femeninas’ (Ediciones Encuentro, 2022) del teólogo Louis Bouyer. Un ensayo en el que se repasa la propuesta teológica de cinco mujeres que han vivido contextos muy diferentes como son Hadewijch de Amberes, Teresa de Ávila, Teresa de Lisieux, Isabel de la Trinidad y Edith Stein. La religiosa agustina Carolina Blázquez Casado, profesora en la Universidad Eclesiástica San Dámaso, ha sido la encargada de la traducción de esta edición y comparte con ‘Vida Nueva’ la actualidad de esta propuesta del teólogo francés.



PREGUNTA- Aunque se publicó originalmente en Francia en 1989, ¿cuál es su actualidad para que ahora llegue a España?

RESPUESTA.- La pertinencia de esta publicación es doble. Por un lado, Louis Bouyer es un teólogo representante del movimiento de renovación teológica del siglo XX que quedó en la sombra a lo largo de su vida y cuya producción es poco conocida, de hecho, tiene pocos volúmenes traducidos al castellano. En la actualidad, su pensamiento está ganando interés, se estudia en el ámbito de la teología su propuesta como iluminadora para este momento de la historia y de la Iglesia y en Francia se reeditan sus obras. Por otra parte, la actualidad de este escrito, a pesar de haber pasado más de veinte años desde su redacción, está en la insistencia del papa Francisco por abrir caminos de reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia y dar pasos efectivos para que la mujer participe más activamente en los ámbitos de decisión y responsabilidad eclesial.

Lo femenino, icono de salvación

P.- Su autor Louis Bouyer procede del protestantismo, ¿encuentra en mujeres como estas el camino hacia la Iglesia Católica?

R.- Para Bouyer la importancia de la figura femenina se remonta a su propia madre, una piadosa luterana que introdujo a su hijo en la fe cristiana. Louis fue hijo único y la relación que había entre su madre y él fue clave en su recorrido vital. Ella murió pronto, cuando Louis tenía solo 12 años sufriendo una depresión infantil de la que logró salir gracias a una larga temporada que vivió en el campo, acogido por una familia luterana, amigos de su madre, donde la belleza de la creación y la presencia de la única hija de esta familia, Elisabeht, de quien se enamoró perdidamente fueron curándole de esta dolorosa pérdida. Lo femenino será para él siempre icono de la belleza que salva.

P.- En el centro de la obra está el pensamiento y también el testimonio de cinco mujeres de diferentes épocas y contextos, ¿qué destacaría de cada una de ellas?

R.- Para Bouyer estas cinco mujeres —pertenecientes a distintas épocas históricas, ámbitos culturales, situaciones sociales…— han logrado responder a los retos de su momento histórico y eclesial genialmente gracias a una experiencia única y personal que han tenido de Dios y que, siendo profundamente personal, tiene algo de universal. Su talante femenino ha sido clave para captar algo propio del Misterio divino: la comunión con Cristo que nos introduce en el amor trinitario de Hadewijch, la contemplación de Dios a través de la contemplación de la humanidad de Cristo de Teresa, la relación de total confianza y abandono de Teresa de Lisieux en el amor de Dios Padre, la llamada a vivir en la alabanza de la Gloria de la Trinidad de Isabel y el reconocimiento del Amor y la Sabiduría de Dios manifestados, en su plenitud, en la cruz redentora de Cristo de Edith Stein.

Iniciadoras de espiritualidad

P.- Una de las tesis de Bouyer con este libro –y puede otros dos anteriores en los que aborda de forma sistemática la teología y la feminidad– es que el cristianismo ha desarrollado y hecho evolucionar de forma positiva el reconocimiento de la igualdad que ya tiene el judaísmo. ¿Es el pensamiento de estas místicas y ejemplo de ello?

R.- Por supuesto, se podrían haber elegido otros nombres, porque en la historia de la Iglesia encontramos grandes figuras femeninas, pero Bouyer ha elegido estas porque ellas además han sido las iniciadoras de las grandes escuelas de la espiritualidad cristiana. Entre estas cinco, su predilección por Teresa de Lisieux es clarísima, sin tapujos. Aunque termina con Edith Stein y ahonda en su aportación en el epílogo porque ella era judía convertida al cristianismo y se presenta como ejemplo de esta cierta continuidad entre el judaísmo y el cristianismo y de cómo lo iniciado en la fe judía se consuma y plenifica en la fe cristiana.

Fieles a su feminidad

P.- Las mujeres seleccionadas, cada una en su época, son claves para vivir la fe en tiempos de dificultad y decadencia social o eclesial. ¿Qué pueden ofrecer ante la situación que vive el mundo de hoy?

R.- El mundo se cambia persona a persona y el Reino se construye ahora, aquí, uno a uno. Ellas fueron fieles en su sí pequeño y cotidiano, fieles a su feminidad, a su fe, a la experiencia personal del amor de Dios. Si seguimos las huellas de este camino que ellas señalan de forma personal, cada uno de nosotros, hombres y mujeres, haremos posible una transformación de la realidad dejando espacio a Dios para que actúe a través de nuestra humanidad abierta a la gracia y entonces, todos seremos como María, madres de Cristo, alumbrándolo para el mundo y entonces, los signos del Reino se harán palpables entre nosotros.

P.- Y ¿qué tipo de Iglesia llaman a construir? 

R.- Una Iglesia “mística”, es decir, guiada por la experiencia viva de Dios en nosotros. Esta experiencia ellas la vivieron guiadas por el amor a la Escritura y a la Tradición, especialmente a la liturgia. La luz que guía esta experiencia mística no es la genialidad de una preparación filosófica o teológica, no es un discurso académico abstracto, no son experiencias extraordinarias o llamativas externamente sino una vida confrontada con la Palabra de Dios, guiada por el Evangelio, por el Amor a Cristo y alimentada por la Tradición de la Iglesia, principalmente, de la vida litúrgica. La vuelta constante al origen de la vida cristiana permite una originalidad atractiva que conecta con la fuente de la revelación: el amor de Dios y el objeto de esta: el corazón inquieto del hombre que busca, aún a tientas, el Dios para el que ha sido hecho.

P.- Como traductora de la obra, ¿cuál ha sido el reto más importante que ha tenido que afrontar?

R.- Bouyer es un autor complejo. Lo conozco bien porque lo estudié para mi tesis doctoral. Su estilo escribiendo no es fácil. Mezcla un serio lenguaje teológico académico, en el que, además, da por supuesta mucha información que maneja con soltura pero que la mayoría de los lectores, mucho menos cultivados que él —gozaba de una tremenda capacidad intelectual y una vastísima cultura teológica y humanista—, no conocemos tanto, con un lenguaje directo, coloquial, irónico. Esto presenta un cambio de registros en el lenguaje complicado de plasmar en la traducción.

Por otro lado, en el libro hay constantes referencias bibliográficas de estas mujeres. El autor ha hecho una selección de textos de cada una para que el lector entre en contacto con su palabra y magisterio y conocerlas, así, de primera mano. Esto ha supuesto buscar las traducciones existentes ya en castellano de estas obras o bien tratar de traducirlas directamente, en el caso de Hadewijch de Amberes, del texto en francés puesto que desconozco el flamenco y no tenemos traducida toda la obra de esta mística.

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