Querido lector, espero y deseo que te haya saltado a la vista la tilde en las siglas PÉJ, que remite a la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ) celebrada a comienzos de agosto en Santiago de Compostela. Quiere o pretende ser un juego para llamar tu atención acerca de la partícula interrogativa ‘¿qué?’. Sería la que debería estar ocupando ese espacio, en realidad. Pero ella ha cedido su sitio, encantada, sabiendo de la finalidad.
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A renglón seguido de esta pequeña licencia que sé que permites, contextualizo el título. Después de haber disfrutado viendo cómo transcurría la peregrinación a Santiago, a través de los medios y las redes sociales, encontraba varios sentimientos y pensamientos en mí que comparto contigo.
Agradecimiento
Efectivamente, el primero de los sentimientos es de agradecimiento a Dios por tanta Vida joven, y no decimos edad, porque es cierto que han asistido muchos jóvenes en edad, pero también de los que la juventud sigue siendo una característica en ellos a pesar de que su reloj vital esté más avanzado. Ha sido una gozada. Agradecimiento a los propios participantes también por su sí al testimonio público de quién es el Motor en nuestra vida que no es otro que Jesús. ¡Gracias!
Gracias también a los organismos oficiales de la Iglesia que lo han hecho posible y las familias de la misma que han secundado la iniciativa y la han apoyado de múltiples formas. Gracias a tantos y tantos voluntarios que, sin salir su nombre en ningún sitio, han puesto sus talentos y su ilusión al servicio de esta acción pastoral. Y por aquí continúo: ACCIÓN PASTORAL…
Valentía y proceso
Como su propio nombre indica “acción”, entiendo que esta peregrinación habrá sido una acción y no una actividad. Así las cosas, seguro que ha respondido a unos objetivos concretos propuestos en un inicio, los cuales se evaluarán al principio de este próximo curso donde corresponda, después de haber pensado en unos destinatarios concretos, y, muy importante desde la pastoral juvenil, queriendo continuarla durante el próximo curso, de cara a ayudar a los jóvenes (y no dijimos edad) a descubrir qué han conocido de ellos o profundizado, de Dios en ellos, que ya no puede faltar en su vida, en su Proyecto Personal de Vida…
De esta acción pastoral, trabajándola así, podemos llegar a conseguir, incluso, que sea una auténtica acción pastoral vocacional explícita en sentido amplio y específico. Imprescindible pues generar y/o trabajar procesos, con nuestros jóvenes, desde una personalización de las experiencias, en este caso de esta peregrinación. Valiente y en proceso, así necesitamos nuestra pastoral juvenil y vocacional.
Compromiso
Y sí, también, se ha despertado en un servidor un sentimiento de mayor compromiso con los jóvenes. ¿Por qué? Porque los agentes de pastoral juvenil y vocacional del siglo XXI no somos inocentes. Sabemos de los datos que el sociólogo González Anleo (2017) y su equipo nos trasladaban en su estudio sobre los jóvenes en España donde la religión y su interés por la misma es muy poca en los tiempos actuales.
Para nosotros, para el anuncio del Evangelio es todo en reto, el saber que aún hay muchos jóvenes a los que llegar para hablarles explícitamente del Dios que los ama con locura, del Jesús que dio su vida por ellos y nos invita a hacer lo mismo con la nuestra.
Así las cosas, creo que tú, hermano y hermana en la Fe, como yo, ante este reto y la pregunta “Y ahora, ¿QUÉ?”, respondemos que seguimos PEREGRINANDO, hacia Jesús, desde una pastoral comprometida que recibe la Buena Noticia de la PEJ como un aliciente, como un impulso-compromiso, pero no como una alucinación, vista con ojos de la psicología clínica o la psiquiatría.