La procesión
Pocos pasos hay entre el parlamento británica y la Abadía de Westminster donde este lunes, 19 de septiembre, tendrán lugar los funerales de la reina Isabel II. Allí llegará el cuerpo de la monarca a las 11:00 h. y será despedido rumbo al castillo de Windsor donde será enterrada en su capilla de San Jorge. Si bien en nuevo rey Carlos III ha proclamado en los últimos años que en su coronación habrá elementos interreligiosos a pesar de ser la “cabeza de la Iglesia de Inglaterra” y haber sido proclamado “defensor de la fe”; el de Isabel II será un funeral cristiano siguiendo de cerca los ritos de la Iglesia anglicana. Un “servicio” centrado en la Palabra de Dios y el agradecimiento por el difunto al que se encomienda a Dios.
- PODCAST: Francisco en Kazajistán, un grito por la paz
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Para la abadía un funeral debe mostrar que “a través de la muerte y resurrección de Jesucristo, el creyente tiene una participación en la vida resucitada de Cristo. El camino cristiano comienza en el bautismo, y llega a su culminación terrenal con la muerte. La victoria de Cristo sobre la muerte suele estar significada por la presencia del Cirio Pascual, al lado o cerca del ataúd”. Sin olvidar el duelo y la pena que supone despedir a un ser querido, recalcan la importancia de “vivir en la esperanza de la resurrección de Cristo”.
“En el corazón de un funeral cristiano hay un fuerte sentimiento de auténtica acción de gracias por una vida, ya que damos gracias a Dios por los diversos dones que hacen que cada persona humana sea preciosa y única”, explican desde Westminster. A esta oración, se añade la petición de “perdón para la persona que ha muerto y, a veces, también perdón para los que aún viven. Porque somos humanos, todos necesitamos el perdón y la reconciliación, la renovación que viene de la fe en Cristo”. El rito concluye “encomendado a la persona que ha muerto a la misericordia de Dios y rezando por el don del descanso y la paz eternos”.
Los detalles
En este caso, la ceremonia religiosa estará presidida por el deán de la abadía, David Hoyle. En cambio, el sermón lo pronunciará Justin Welby, arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana. Además, se unirán los coros de la abadía y la Capilla Real bajo la dirección del organista de Westminster, James O’Donnell. Poco ha trascendido de los cantos o las lecturas de la celebración, ya que estarían en sintonía con las preferencias de la monarca. Como ha ocurrido en los últimos funerales de estado en la abadía, la primera ministra, Liz Truss, y la secretaria general de la Commonwealth, la baronesa Patricia Scotland, hagan las lecturas bíblicas.
El la abadía estarán representantes de distintas confesiones, desde el zoroastrismo, el islam, la comunidad sij o los judíos. También estarán en un lugar preferentes los representantes de las iglesias de Gales, Escocia, Irlanda del Norte e Inglaterra. La celebración comienza con una serie de citas del evangelio de Juan, el libro de Job, la primera carta a Timoteo, el Apocalipsis y un texto del libro de oraciones oficial de los anglicanos. Presentados los escudos de armas de la soberana, entrarán en el templo algunos de los trabajadores de la Casa de la Reina Isabel II, los máximos representantes De la Iglesia anglicana y de la abadía, así como la familia real con Carlos III al frente. Una vez que todos están en su sitio, el deán de Westminster dirigirá la primera oración antes del canto del himno litúrgico. La baronesa Scotland hará la primera lectura, tomada de la primera carta a los Corintios (15,20-26.53-58) que habla precisamente de la resurrección en Cristo. Tras el canto del salmo 42, Truss leerá un fragmento del evangelio de Juan (14,1-9a), el discurso de despedida de Jesús.
Concluido el sermón del arzobispo de Canterbury, diferentes eclesiásticos harán una serie de peticiones. En estas oraciones participará el arzobispo católico de Westminster, el cardenal Vincent Nichols, que encomendará todas las necesidades de la naciones que forman la Commonwealth. Tras un canto, concluirá la celebración con la última recomendación que presidirá el arzobispo de Canterbury a la que seguirá la bendición de la asamblea que dirigirá el deán de la abadía de Westminster.
La procesión con el féretro saldrá del Palacio de Westminster cuando queden 15 minutos para las 11 de la mañana, que es cuando está previsto que entre en la abadía. La ceremonia religiosa concluirá con dos minutos de silencio, en torno a las 11:55 h. Al concluir, se realizará una procesión por algunas calles de Londres, yendo desde la abadía al Wellington Arch, en Hyde Park Corner, recorreriendo algunas calles y plazas emblemáticas como son Broad Sanctuary, Parliament Square, Whitehall, Horse Guards Parade, Horse Guards Road, The Mall y Constitution Hill. En un coche fúnebre será trasladado posteriormente al castillo de Windsor para su entierro, siendo despedido con el himno nacional. Ya por la tarde, a las 15:10, el coche fúnebre de Estado se desplazará en procesión por Albert Road y Long Walk, hasta la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor, para que a las 16:00 h. de forma privada se celebre el entierro en la capilla.
La abadía
Desde la Abadía de Westminster han hecho un recorrido de los momentos, personales e institucionales, en los que la vida de Isabel II se entrecruzan con este destacado templo del anglicanismo en el que se recuerdan a tantos ilustres de la historia inglesa. Una iglesia vinculada a la monarquía británica desde el siglo XI cuando Eduardo el Confesor –enterrado en la propia abadía en 1066– lleva a cabo una importante reconstrucción del templo que lo irá, con el tiempo convirtiendo en el emblemático escenario de coronaciones, bodas o funerales reales.
El primer recuerdo es del 1 de julio de 1934 cuando la entonces princesa Isabel acudió junto a su abuelo el rey Jorge V a inaugurar una peregrinación en ayudas de los parados. Con 11 años, el 12 de mayo de 1937, asistió junto a su familia a la ceremonia de coronación –así como a los ensayos en los días previos, desde el 6 de mayo– de su padre, el rey Jorge VI.
Al templo volvería el 20 de noviembre de 1947 ya que fue el lugar elegido para la celebración de su matrimonio con Felipe, el duque de Edimburgo. Inolvidable fue su coronación como reina el 2 de junio de 1953, una celebración que se transmitió por televisión y que incluyó una celebración religiosa junto al simbólico rito de la unción. La abadía fue el escenario para celebrar el servicio religioso con motivo de sus bodas de plata el 20 de noviembre de 1972 o la boda de su hermana, la princesa Ana con el capitán Mark Phillips el 14 de noviembre de 1973.
La reina participaría el 27 de mayo de 1982 en un oficio organizado por la ‘Orden del Baño’ y asistiría el 6 de septiembre de 1997 al funeral de Diana, la princesa de Gales, tras su accidentada muerte. En ese mismo lugar fue también el funeral de la Reina Madre el 9 de abril de 2002. El 21 de abril de 2011 fue invitada a una ceremonia con motivo de su 85 cumpleaños. Pocos días después, el 29 de abril, los duques de Cambridge celebraron su enlace matrimonial. El 4 de agosto de 2013 se organizó una nueva celebración con motivo del 60 aniversario de la coronación de Isabel II. El 8 de junio de 2018 se sumó a los curiosos que acogieron la iniciativa de las jornadas de puertas abiertas organizadas por el deán.
El 9 de marzo de 2020 acudió al servicio anual que se hace para pedir por la Commonwealth y la reina pudo saludar al coro de la abadía. De forma privada, en plena pandemia por el coronavirus, acudió a rezar el 4 de noviembre de 2020 con motivo del centenario de la sepultura del ‘Soldado Desconocido’. Un centenario también se celebró el 12 de octubre del 2021, la Legón Británica, una organización de caridad. La última vez que en vida participó en una celebración religiosa en Westminster fue el pasado 29 de marzo de 2022, en el servicio de acción de gracias por su fallecido marido, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo.