Los economistas creemos que la economía es una ciencia, y lo es. ¿Por qué? Porque intenta dar respuestas objetivas a preguntas que tenemos sobre el campo de la economía y lo hace siguiendo una metodología que podríamos denominar científica. Al mismo tiempo se trata de una ciencia social, social porque este apelativo se refiere al colectivo de personas que se organizan bajo unas mismas normas y que se organizan para conseguir unos objetivos comunes.
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La economía trata, precisamente, de estudiar cómo nos organizamos de manera individual y colectiva para satisfacer nuestras necesidades y deseos con unos recursos que son limitados. Estudiamos, pues, un comportamiento humano que se realiza también de una manera colectiva.
Que sea social tiene una implicación que no sucede con las ciencias exactas o naturales y que vale la pena traer a colación. Cuando buscamos respuestas a preguntas de manera científica en campos que nada tienen que ver con los comportamientos de las personas, podemos encontrar respuestas ciertas, respuestas parcialmente ciertas o respuestas falsas (si hemos aplicado un método equivocado o uno correcto de manera errónea).
Pero, de lo que podemos tener la absoluta seguridad, es que el objeto de nuestro estudio no va a verse afectado por las conclusiones a las que nosotros hemos llegado. Una teoría falsa sobre el movimiento de los planetas, sobre el origen de una enfermedad, sobre una reacción química o sobre cualquier otra cuestión no humana, no va a tener ninguna influencia sobre esos planetas, sobre la enfermedad o sobre los productos químicos estudiados.
Sin embargo, con las ciencias sociales no sucede lo mismo. Al estudiar comportamientos humanos que están ligados a la libertad de las personas, que dependen de decisiones voluntarias y diferentes de muchos individuos, los resultados de sus estudios no solo pueden ser cambiantes dependiendo de las personas estudiadas (como lo son con frecuencia) sino que sus conclusiones pueden conllevar cambios de comportamiento en el sujeto estudiado.
Cambios sociales profundos
Cuando las personas piensan que una cosa es así porque hay estudios científicos que lo avalan, pueden cambiar su comportamiento económico para ajustarse a aquello que dice la teoría. La afirmación de que un fenómeno social se comporta de una manera, puede llevar a que se confirme la hipótesis de partida aunque al principio no fuese así debido a quienes ajustan su comportamiento a lo que se supone que es científico.
Por ello, las conclusiones científicas de las ciencias sociales son un desencadenante de cambios sociales que pueden llegar a ser muy profundos. Es importante, pues, validar bien las afirmaciones que se hacen en la ciencia económica porque de sus conclusiones se derivan, con frecuencia, comportamientos personales y societarios que no siempre son los más adecuados para promover una sociedad sana y positiva para todos sus componentes.