Asís se ha convertido en la puesta de largo de un proyecto acunado por el Papa: ‘La Economía de Francisco’. La ciudad del Poverello ejerció como casa de acogida para un centenar de universitarios y emprendedores llegados de los cinco continentes, llamados a configurar un lobby evangelizador que promueva un modelo de desarrollo sostenible que transforme “una economía que mata” en “una economía que da vida”, que ponga “a los pobres en el centro”.
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En la mañana del 24 de septiembre, el Pontífice rubricó con ellos El Pacto de los jóvenes, un documento que refrenda y actualiza la Doctrina Social en materia financiera desarrollada desde León XIII a Benedicto XVI. La crudeza del discurso de Francisco se sustenta en los evidentes atentados medioambientales, las nuevas esclavitudes laborales y la injusticia social. A partir de ahí, formula unos postulados prácticos con la certeza de que se puede producir un vuelco real, si verdaderamente se da una conversión ecológica integral desde un reparto equitativo y posible de los recursos.
A estos discípulos misioneros de nueva generación les encomienda movilizarse ante los mandatarios y empresarios para que acometan este cambio decisivo. A la vez, se espera que dinamicen a sus coetáneos, para que aterricen en acciones cotidianas que transformen su estilo de vida desde el compromiso social, la austeridad…
Labor pedagógica
Por si fuera poco, estos jóvenes líderes tienen en sus manos realizar una particular labor pedagógica eclesial no menos compleja. Sobre todo, ante esa resistencia a las reformas papales retroalimentada en el seno del orbe católico estadounidense, donde se han enmarañado postulados neoliberales, principios doctrinales e ideología política. Estos postulados teocapitalistas chocan directamente con los planteamientos de Francisco hasta caricaturizarle como antisistema, anticapitalista y comunista iletrado. Es tal su caja de resonancia, que ha calado en países como España e Italia, donde esa mirada teocon se ha contagiado a fórmulas pastorales caducas revestidas con la sotana de la guerra cultural.
De ahí la necesidad de que este foro de savia fresca tenga continuidad y réplica a escala local en universidades, congregaciones, diócesis, programaciones de pastoral con jóvenes… Solo así ‘La Economía de Francisco’ podrá despegar como motor de cambio. No estaría de más que toda la comunidad católica asuma como propio el encargo que el Papa lanzó durante el encuentro de Asís: “Estáis llamados a convertiros en artesanos y constructores de la casa común, una casa común que ‘se va a arruinar’”. Si para un cristiano la caridad urge, dar un vuelco a los pilares del actual sistema económico es una urgencia vital.