La canonización, el próximo domingo 9 de octubre, del salesiano Artémides Zatti –junto al sacerdote Juan Bautista Scalabrini– supondrá el mayor encuentro de la historia de salesianos laicos. Más de 500 “salesianos coadjutores” –según la terminología clásica de la congregación fundada por san Juan Bosco– participarán en una audiencia con el papa Francisco el 8 de octubre en el aula Pablo VI y en la canonización en la Plaza de San Pedro al día siguiente.
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Según los últimos datos de la congregación, a 31 de diciembre de 2021, de los 13.935 salesianos, 1.444 son religiosos laicos de votos perpetuos o temporales. Por lo tanto, más de una tercera parte de los hermanos salesianos presentes en el mundo participarán en los actos organizados para la canonización del salesiano coadjutor argentino de origen italiano. De hecho, la Secretaría de Culto de Nación Argentina, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, ha declarado esta canonización como un evento de interés nacional.
Un enfermero santo
A estos religiosos laicos se unirá la familia del filipino que sufrió un grave ictus isquémico en la cabeza, agravado por una fuerte hemorragia, y que se encomendó a Artémides Zatti. Ahora, este milagro, ocurrido en 2016, ha abierto las puertas para la canonización del salesiano. Además, se esperan unos 70 superiores provinciales de todo el mundo, 4 cardenales salesianos residentes fuera de Roma y 15 obispos salesianos. Unas 3.000 personas de la Familia Salesiana se unirán a la audiencia con el papa Francisco el 8 de octubre.
Artémides Zatti nació en la región de Regio Emilia (Italia) en 1880. Su familia emigró a Argentina en 1897, estableciéndose en Bahía Blanca. Allí Zatti acudió a una parroquia salesiana, lo que le llevó a entrar en la congregación. Cuidando a un joven sacerdote contrajo tuberculosis, por lo que es enviado a Viedma donde, tras ser curado, promete dedicar su vida al cuidado de los enfermos. Como salesiano coadjutor se encarga de la farmacia del hospital de Viedma, lo que se extenderá en otros compromisos de visitas y acompañamiento de los enfermos acompañado de su inseparable bicicleta. Tras obtener el título de enfermero, durante 50 años de entregará de lleno a la atención de los pobres y enfermos dirigiendo uno de los primeros hospitales de la Patagonia argentina, que hoy lleva su nombre. Murió de cáncer en 1951 y fue beatificado en 2002 este conocido “enfermero santo” que cumplió su promesa: “Creí, prometí, sané”.