El día 12 de septiembre, el teólogo José Ignacio González Faus escribía una carta abierta a Carlos Alcaraz, reciente campeón de US Open. En ella, entre otras cosas, el viejo teólogo decía al joven tenista: “No pierdas la conciencia de que el dinero que ganas es injusto. Porque ahora vas a ganar muchísimo dinero: no solo por lo que cobres del tenis, sino por la publicidad que se volcará sobre ti. Cientos de millones de personas se hernian trabajando, sin disfrutar, como tú, en su quehacer, y apenas ganarán lo justo para no morirse de hambre”.
- PODCAST: 60 aniversario del Vaticano II
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Desproporción
¿Por qué el dinero ganado en ese torneo de tenis por Carlos Alcaraz es injusto? González Faus no lo decía. Simplemente se dejaba adivinar en la carta, por el ejemplo que proponía, que la injusticia residía fundamentalmente en la desproporción. Sin embargo –dicho con todos los respetos–, no parece que la diferencia –aunque esta sea enorme, incluso desmedida– pueda hacer que ese dinero del tenista sea injusto. No todas las retribuciones son iguales –y sería injusto que así fuera–, ya que en ellas influyen muchos factores –responsabilidad, formación, dureza, esfuerzo…– que “cuestan”. Establecer la mera diferencia como criterio de desigualdad es, en realidad, no valorar ni la diferencia ni la igualdad. De hecho, viendo las cosas de esa manera, todas las retribuciones –no solo las de médicos o ingenieros, sino también las de fontaneros, administrativos, panaderos…, incluso teólogos– serían injustas, ya que todas esas profesiones suelen tener ingresos mayores de “lo justo para no morirse de hambre”.
Es como el caso de ese memorable diálogo entre Dios y Abrahán que podemos leer en Gn 18,16-33, en el que ambos, en un regateo típico de zoco oriental, tratan de establecer el “valor” de la salvación de Sodoma: ¿cincuenta inocentes, cuarenta y cinco, cuarenta, treinta, veinte, diez? De igual forma, en un hipotético regateo similar por la justicia del dinero ganado, ¿cuál es la cantidad que hay que considerar para que no resulte injusta?
El problema, me parece a mí, no reside tanto en que unos ganen mucho dinero por su trabajo cuanto que otros ganen poco por el suyo.