La semana pasada hablamos de la denominada cultura del esfuerzo y veíamos sus puntos positivos, especialmente cómo el esfuerzo es imprescindible para cualquier cuestión de nuestra vida. Sin él, poco podremos avanzar y difícilmente podremos madurar o mejorar como personas. Ahora bien, esta cultura tiene una parte negativa que tiene que ver con el objetivo que pretendemos con el esfuerzo. Porque el esfuerzo puede dirigirse en diferentes direcciones y en nuestra cultura lo orienta al logro de éxito en la vida, y en nuestra sociedad esto se suele identificar con la tríada: salud, amor y dinero.
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Hablar del esfuerzo y enfocar este únicamente hacia el éxito nos quiere hacer creer que nos esforzamos lo suficiente, alcanzaremos siempre nuestro objetivo. Muchas entrevistas y artículos que hablan sobre personas de éxito insisten en mostrar que estas han llegado donde lo han hecho gracias al esfuerzo que han realizado. La cara oculta de todo esto es que, se asume como cierto que quien no llega es porque no ha realizado suficiente esfuerzo. Es decir, parece sobrentenderse que es el esfuerzo el único factor que lleva al éxito, que todo está en nuestras manos y por ello, quien no logra sus metas es porque no se ha esforzado suficiente.
Como vimos la semana pasada esto no es verdad, existen varios factores externos a nosotros que también influyen en que logremos o no nuestros objetivos. Si además el éxito está reservado a unos pocos, porque no todos pueden triunfar, parece que la mayoría es culpable de no haber alcanzado los primeros lugares. Cuando el esfuerzo se relaciona de una manera directa con el éxito, nos encontramos con muchas personas que se han esforzado mucho y no han logrado el éxito, hay más personas que no lo alcanzan que aquellas que lo hacen.
Batallón de los fracasados
Esto tiene como consecuencia que muchas personas saben que siempre van a estar en el batallón de los fracasados y, al percatarse de que no van a poder triunfar creen que no vale la pena esforzarse. El que sabe que alcanzar los primeros lugares es solo para unos pocos y no depende solamente de su esfuerzo, ¿Para qué va a afanarse más si nunca lo va a alcanzar? Por ello, insistir mucho en que el esfuerzo es el único camino válido para lograr los objetivos soñados, tiene una consecuencia no deseada que es la gran cantidad de personas que dejan de esforzarse porque saben que nunca llegarán.
Una cultura del esfuerzo orientada al éxito crea una gran cantidad de personas que no se esfuerzan, que saben que todo aquello que hagan es estéril para estar entre los primeros, así que ¿Para qué esforzarse? ¿Para qué trabajar con ahínco en algo que está fuera del alcance de nuestra mano? Hay muchas personas que se sienten engañadas porque después de esforzarse, no han logrado el éxito deseado y además, son sospechas de no haberse afanado lo suficiente.