Querámoslo o no, para oír “buena música” interna y conquistar una mediana salud mental debemos entrenarnos para ser verdaderos DJ de nuestra alma; de lo contrario, corremos el serio riesgo de morir bajo un caos de voces y ruidos enloquecedores que nos conducen a un infierno personal y de los demás.
- PODCAST: Bautizados con canas
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Ciertamente, si pudiésemos sacar un escáner a nuestro modo de funcionar interno, veríamos como la mente de cada uno de nosotros funciona como una verdadera mesa de sonido, llena de perillas que van haciendo “tocar distintas” canciones o voces en nuestro interior. El repertorio es infinito. Muchas veces de “cantautores” anónimos y, las más de las ocasiones, de frases familiares y el rotativo de nuestro juez castigador.
Un son aterrador
Nuestro “super yo” lleva siempre el ranking n°1 interrumpiendo sin permiso toda trasmisión. La música de este DJ casi siempre es aterradora si no tomamos el control de la situación y, al menos, partimos siendo conscientes de esta complejidad que nos habita y entrenamos “el perilleo” para mantener a raya la estación.
Nuestra mente es el fiel reflejo de todos los vínculos que hemos tejido desde nuestra más tierna infancia con el exterior y de este con nuestra autopercepción. Cada relación se “grabó” con su melodía propia y dejó una ‘playlist’ única en nuestra memoria que sale a sonar dependiendo de la ocasión. Frente a una situación de desafío laboral, quizás a más de alguien “le cante dentro” la voz de su padre que lo alienta y le dice que no va a fallar. O bien, en una conquista amorosa, suena la canción de ‘bulliyng’ de los compañeros de clase que siempre decían que te iba a ir mal. Y así cada cual tiene sus discos y voces que “salen” al aire para bien o para mal como verdaderas autosugestiones con un poder brutal sobre nuestra salud mental.
DJ silenciosos para mejorar
Si todas las “voces” y canciones con las que dialogamos internamente fuesen verdaderas, buenas y bonitas (en el sentido de significativas y trascendentes), nuestra fiesta sería una verdadera fiesta; sin embargo, y lamentablemente por el daño a nuestra autoestima, hay muchos que tenemos en el repertorio musical de nuestra alma “temas” que se alejan completamente de la realidad y que, aun así, los ponemos con demasiada frecuencia, haciéndonos mucho daño psicológico y espiritual. Son verdaderos látigos contra nosotros mismos que van mutilando nuestra paz y libertad para ser y hacer lo que Dios soñó para nosotros.
El primer paso de un buen DJ del alma será entonces reconocer aquellas voces o temas repetitivos que solemos decirnos sin pensar y que son descalificadores y debilitadores de nuestra dignidad. Que no somos queridos, que no nos ven, que somos feos, que la gente nos rechaza, que estamos solos, que nadie valora lo que hacemos, que se aburren con nosotros, que somos tontos, que nuestros comentarios son inadecuados o que somos raros son algunos de los “discos” más antiguos y por lo mismo más usados para hacernos daño. El tema es que son verdaderos demonios, ya que, si los llegamos a objetivar con la razón y la vida misma, sabemos que son mentiras y que no los debemos tocar.
Detectar su origen
Lamentablemente, no es tan fácil cortar de raíz estas voces porque fueron “grabadas” casi literalmente a fuego por heridas que nos hicieron pensar y sentir que realmente esas frases eran verdad. Hubo momentos concretos que originaron la falsa creencia y nuestro niño/a herido/a es quien los vuelve a tocar. Por lo mismo, para ir suavizando esta música infernal, habrá que “ir” donde él o ella está y convencerle de que lo que piensa y cree ya no es real. Solo así, juntos, el DJ adulto que somos podrá empezar a silenciar un poco la voz y subir otras más benditas que le ayuden a compensar.
Para cuando nos “pillemos” en ese diálogo interno diabólico (en el sentido que nos divide y hace daño), debemos mover las teclas de nuestra mesa de sonido que permitan contrarrestar el autodesprecio aprendido y corregirlo con música celestial. Habrá que buscar en el repertorio de vínculos que poseamos otros “temas” que refuercen nuestras virtudes, dones, capacidad de amar y ser amados y la gratuidad de la amistad de tantos. Habrá que ser majaderos y poner en rotativos esas “canciones” hasta que las voces feas se cansen de molestar. Un DJ con experiencia sabe que un disco nuevo toma tiempo en entrar de moda y lo tiene que presentar.
Lo importante de todo esto es ser conscientes de la complejidad que cada uno posee en su propia mesa de sonido y lo mucho que cuesta tocar “buena música” sin desentonar. Ojalá aprendamos a ser mejores DJ de nosotros mismos para dejar buenas canciones en las mesas de sonido de los demás.