Estamos viviendo un año complicado en los mercados financieros. Los últimos coletazos (o eso esperamos) de la pandemia, la inflación y la guerra están generando mucha incertidumbre en la economía y, por ende, en los mercados. De ahí que veamos que los índices acumulan caídas muy abultadas, del 20% o incluso superiores.
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Y no solo está siendo complicado, si no también excepcional. Excepcional porque la renta fija, habitualmente descorrelacionada con la renta variable, está cayendo tanto o más que la renta variable. Para muestra, un botón: los índices de renta fija de duraciones 1 a 3 años tienen caídas superiores al 5%. Si nos vamos a duraciones más elevadas llegamos a encontrar caídas del 15%. Y si pasamos de los 10 años, superar el 20% de caída no es complicado.
Esto no ha hecho más que provocar que, una gran cantidad de fondos y carteras “conservadoras”, donde la prioridad es preservar el capital (es decir, no perder), han visto cómo sus pérdidas eran elevadas y cómo ahora tienen que descapitalizar su patrimonio en cierta medida para obtener la liquidez que les permita desempeñar su misión.
¿Qué se puede hacer en años como este?
La respuesta, a estas alturas, es poco. Lo conveniente es esperar, aguantar. Porque si hemos estado invertidos en el mercado es más que probable que hayamos caído. Y porque si no lo hemos estado, igualmente perdemos (poder adquisitivo) por los excesivos niveles de inflación. Y es que el trabajo debería venir hecho ya, de antes. Debería haberse estudiado a fondo la necesidad de liquidez, rentas, rentabilidad, etc. que el cliente necesita para, solo entonces, configurar una cartera personalizada que cumpla realmente los requerimientos de la misión.
Y entonces, ¿cuál es la solución? adelantarse a los problemas con una buena planificación, eso evita el tener que tomar decisiones precipitadas y muchas veces erróneas por la rapidez en la forma de actuar. Como dice el refrán más vale prevenir que curar. Si está en peligro la misión de la institución, ¿no será que no ha habido una correcta planificación?
En el caso concreto de este año, que hablamos de mercados y carteras, el mal que se intentaría solventar sería una rentabilidad negativa. Y para ello, probablemente, se tomarían decisiones precipitadas tratando de recuperar las pérdidas en un corto periodo de tiempo, siendo estas cuanto menos arriesgadas. Pérdidas elevadas seguramente, dado el año que, con sus complicaciones y su excepcionalidad, nos ha tocado vivir.
Desde Alveus, la forma de ser precavido, y que nos ha funcionado en gran medida, no es otra que planificar, conocer a quién tenemos enfrente y sus necesidades, qué espera del patrimonio y de su gestión, etc. Solo así se podrá dar servicio, de forma continuada, sin tener que incurrir en curas de manera precipitada y en muchos casos, desordenada.
Un ejemplo podría ser un cliente que, por su naturaleza y misión, necesita ingresos recurrentes mensualmente: una buena cartera de bonos puede cubrir esas necesidades e incluso, en un contexto como el actual en que la renta fija ha sufrido, evitar las ventas precipitadas y poder disponer de esos cupones previstos. En este caso, al cliente no le es indiferente la caída en valoración, pero no le generará tensión ni ansiedad, sino que le permitirá seguir adelante con la misión, que al fin y al cabo es lo más importante.
La planificación de la que hablábamos parte por mirar adelante y ver, no solo posibles proyectos futuros, sino también cierres de proyectos actuales. Y por qué no, también los mercados, que son una herramienta para la consecución de nuestros objetivos. ¿Y qué podemos esperar de los mercados?
En el caso de la renta variable, y sabiendo que asumimos un riesgo elevado, lo normal es que tienda a subir en el largo plazo, puesto que para eso son creadas las empresas, para dar rentabilidad a sus accionistas. Pero ¿y qué hay de la renta fija? Pues suponiendo (y es mucho suponer) que es tal y como su nombre indica, el punto de partida en cuanto a tipos de interés es muy relevante. Y es aquí donde la situación actual es claramente distinta a la que teníamos el año pasado: los tipos de interés han subido y a día de hoy, tener renta fija en la cartera compensa mucho más que hace unos meses. Y por qué no decirlo, a día de hoy paga.
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