Tribuna

Qatar y el infierno

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Hace unos días en el diario regional de Extremadura, Hoy, leía una carta al director donde una señora llamaba la atención de cómo los sacerdotes en sus homilías no hablaban del infierno. Para ella era algo a señalar porque entendía que así no era completa la doctrina cristiana, nos pedía que lo hiciéramos y que no nos calláramos en una actitud acomodada y permisiva con el mundo y con el mal.



Recuerdo que mi profesor de escatología hacía la observación de que ciertamente se había pasado de un excesivo uso del infierno en la predicación al silencio total, entendía él que la razón era que se desconocía la reflexión teológica verdadera sobre este tema de la muerte eterna. Los predicadores no se atrevían a repetir lo que antes se decía porque no lo ven razonable –aunque algunos persisten en ello con actitudes radicales judiciales– y que no han actualizado la reflexión teológica sobre este tema en condiciones de diálogo profundo entre la realidad y la teología bíblica.

Yo recibo la llamada de esta paisana y movido por el mundial de Qatar, me atrevo a reflexionar y proponer claves teológicas para considerar ese elemento del pensamiento cristiano. Han sido más de seis mil obreros los que han muerto en la construcción de los estadios y estructuras para el mundial en el desierto. Nos recuerda claramente la situación al rico Epulón y Lázaro del Evangelio, a los que murieron en la caída de la torre de Siloé, a la parábola del juicio final del capítulo veinticinco de Mateo… Y de fondo el “pan y circo” que se sostenía en el adormecimiento del pueblo romano ante la realidad de la injusticia y el sufrimiento de los inocentes.

Desde Qatar, y el sufrimiento de los inocentes en el mundo, creo que es bueno recordar las claves de comprensión de la posibilidad real de la muerte eterna, del infierno. Hay dos razones de fondo para la comprensión de esta verdad teológica: primero, la seriedad de la gracia de Dios y su respeto a la libertad del hombre, que invita a la salvación, pero no la impone. La posibilidad real de decir sí a la gracia implica la posibilidad de decir no y rechazarla. Nada obligado por Dios ni siquiera la salvación. Segundo, las realidades objetivas de sufrimiento en la historia: personas que sufren siempre, que están tocados de dolor profundo permanentemente y que no pueden salir de ningún modo de ese sufrimiento.

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La segunda razón nos habla de la intrahistoria, como a lo largo del tiempo son muchas las personas que viven y sufren situaciones infernales. La realidad del sufrimiento reclama la responsabilidad objetiva personal, social, estructural del mal que lo causa. Hay situaciones de pecado mortal que producen muerte y dolor en la humanidad. Los sujetos responsables de esas acciones han de dar cuenta de esa creación suya asumiendo su culpa. Hemos de encararnos con la posibilidad real de que el muro y el dolor que estamos creando pueda ser nuestro futuro y nuestra realidad para siempre. Que estemos creando nuestra propia condena, nuestro propio dolor. No podemos transformar la tragedia en trágico comedia. La historia nos llama a la responsabilidad real y profunda de lo que gestionamos y producimos para los demás.

Tres interrogantes

Tres son las cuestiones a las que nos llama e interpela esta doctrina y creencia:

1.- Abrir los ojos y descubrir las situaciones infernales que se están produciendo en nuestro tiempo, cuáles están mas cerca de nosotros, cuáles están lejos. Descubrir a los sujetos y conocerlos. Tomar conciencia de su situación, causas y consecuencias.

2.- Tomar partido a favor de ellos en un compromiso personal y comunitario para no favorecer dichas situaciones y no colaborar con ellas con nuestra comodidad, indiferencia o adormecimiento.

3.- Denunciar las situaciones y señalar a los que las causan de un modo más directo, individuales y colectivos, para llamarlos a la conversión y enfrentarlos a su verdad y su futuro si permanecen en dicha dinámica mortal. Comprometernos en el cuidado y alivio de los que lo sufren e implicarnos de forma activa en los procesos y actuaciones que sean transformadoras y que lleven la luz y el gozo al infierno, todo lo que ayude a desatar cadenas de opresión y muerte.

Todo esto convencido de que lo que ofrece Dios en Jesucristo es la salvación que quiere que todos los hombres conozcan y puedan liberarse de lo que encierra en muerte definitiva. Él se enfrentó al infierno descubriendo las dinámicas infernales de su mundo y de su pueblo, él nos da su espíritu para adentrarnos nosotros también con su fuerza en la aventura de este mundo, para ser sembradores de esperanza y ponernos de parte del Padre a favor de los hermanos que cargan con la muerte de los pecados de los injustos.

Descubramos juntos la verdad y la salvación, frente a todo sufrimiento inocente sea en Qatar o en cualquier lugar del mundo. No creo yo que alguien pueda ganar y sentirse orgulloso sobre la sangre de los obreros mártires de catar. Me siento incómodo ante este mundial, lo confieso. Y ya sé que esto sólo es un botón de muestra.