“Que los pobres, indefensos y necesitados se sientan custodiados y defendidos desde mi corazón”. Más que una declaración de intenciones, un programa de vida al que hoy se le suma un a mitra y un báculo. José María Avendaño se presentó hoy como nuevo obispo auxiliar de Getafe con una alocución en la que confesó sentirse llamado a “rescatar a los hombres de los desiertos de la pobreza, del hambre y de la sed, del desierto del abandono, de la soledad”. Además, en sus palabras también tuvo un recuerdo agradecido, entre otros, para sus padres, Cándido y Jorja, para el cardenal Tarancón y para el que fue su rector en el seminario, Juan Martín Velasco.
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El hasta ahora vicario general de la diócesis del sur de Madrid fue ordenado esta mañana en una eucaristía celebrada en la basílica del Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles. Con el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, como consagrante principal, en la ceremonia también concelebraron el nuncio Bernardito Auza y cinco cardenales: Juan José Omella, Carlos Osoro, Antonio María Rouco Varela, Ricardo Blázquez y Aquilino Bocos. Junto a ellos una treintena de obispos en un templo que colgó el cartel de completo entre sacerdotes, religiosos y laicos de toda la diócesis.
Apacentar y pastorear
Entre las autoridades presentes se encontraban el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, así como alcaldes de la región como los de Getafe y Leganés. Junto a ellos, y en tribuna preferente, aquellos que forman parte de la entrega cotidiana de Avendaño en su pastoreo vital: los residentes del psiquiátrico San Juan de Dios, los beneficiarios de Basida y los transeúntes del albergue de Aranjuez.
Por su parte, García Beltrán compartió en la homilía que la misión del obispo es “apacentar, pastorear”. “Ser pastor al estilo del Buen Pastor”, remarcó el prelado de Getafe, que animó a su estrecho colaborador a que anuncie “con fidelidad el Evangelio”, dirigiéndose “a los hombres de fe, también a los alejados y a los que no creen” haciendo de la Iglesia “un verdadero hogar para todos”.
Artesano de unidad
“Cuidar significa acompañar, acoger, escuchar, curar y para esto hemos de estar, permanecer con nuestro pueblo, ser presencia real y significativa, porque nuestra presencia de pastores recuerda que Dios no nos abandona”, aconsejó a Avendaño. A la par, apreció que el obispo “es artesano de unidad”, que se construye “con paciencia y determinación”.
Por ello, le instó a “curar los corazones desgarrados” para “tantos hombres y mujeres que han perdido la esperanza, que no tienen horizonte de sentido”. Aterrizando en la realidad de Getafe, apuntó que en muchos de sus ciudadanos se ha “instalado un espíritu de abatimiento”. “Los pobres han sido la mejor parte de su ministerio”, aplaudió García Beltrán que le alentó a continuar siendo “padre de los pobres” porque “los pobres no se delegan”.
Enseñanza cristalina
Ante una más que significativa presencia de obispos y con la Asamblea Plenaria recién finiquitada, subrayó que “hemos de cuidar que el agua de nuestra enseñanza sea cristalina, que no se deje contaminar por ideologías, o acomodar a la moda, ni tampoco nuestros propios criterios o puntos de vista”.
El obispo de Getafe evocó a San Oscar Romero, el mártir salvadoreño que impulsó con su muerte la vocación sacerdotal del nuevo prelado: “Descubriste que un pastor, un obispo, está llamado a dar la vida, incluso con el derramamiento de su sangre”. De la misma manera, subrayó cómo Avendaño en Leganés, “entre la gente, en medio de los más pobres, de los descartados”, rubricó que “en Cristo está nuestra fuerza y nuestro consuelo”. “Déjate hacer”, le compartió García Beltrán a Avendaño.