“Cada día es una lucha para conseguir alimentos, porque no hay electricidad, nos falta el trabajo. Es una guerra dura y olvidada, la situación ha empeorado”. Es el grito que lanza Fadi Najjar, sacerdote grecocatólico de Alepo, la ciudad más poblada de Siria, un país castigado por una guerra que, en once años, amén del medio millón de muertos, ha provocado más de 6,6 millones de exiliados y 7 millones de desplazados internos. Para hacerse una idea de este éxodo, si antes del conflicto vivían en el país asiático 1,5 millones de cristianos, hoy solo permanecen 400.000, que representan al 1 por ciento de la población.
- PODCAST: La credibilidad de Caritas Internationalis
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Esta realidad doliente es la que ha llevado a Ayuda a la Iglesia Necesitada a centrar su campaña de Navidad de este 2020 en la población siria, con la que pretenden financiar más de 130 proyectos tanto de emergencia como pastorales. Para el presidente de la entidad, Javier Menéndez Ros, “la subsistencia de los cristianos allí están en juego”. Así lo expresó en la rueda de prensa que se celebró esta mañana en Madrid para dar a conocer esta campaña llamada ‘Guerra olvidada. Enciende tu luz por Siria’.
Gota de leche
Entre las iniciativas más significativas de la fundación pontificia en Siria se encuentra ‘Gota de leche’, que alcanza a más de 2,700 niños y 300 bebés lactantes. “La gente no puede comprar ni siquiera un poco de leche. Si el sueldo medio es de 30 euros, tendrían que dedicar 10 euros al mes a un producto tan esencial”, denunció Fadi Najja, que subraya cómo esta apuesta de la plataforma eclesial ha permitido salvar la vida miles de niños.
A la par, elogió cómo Ayuda a la Iglesia Necesitada “ha contribuido en todos los niveles”, desde la reconstrucción de iglesias al sostenimiento de sacerdotes, pasando por la financiación de escuelas, apoyo a los ancianos, instalación de paneles solares, materiales catequéticos…
Sanciones internacionales
Con los combates activos en el norte del país, el sacerdote sirio lamenta que “las sanciones internacionales han causado un gran drama en la población”. Prueba de ello es que el 90 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza.
“Los cristianos de Siria podemos ofrecer un ejemplo de fe al resto de los creyentes en un territorio difícil, siendo testimonio en el día a día, pero para continuar necesitamos del apoyo y de ayuda del resto de la Iglesia”, expresó este cura que en su parroquia de San Miguel sostiene a más de 200 familias, además de los 300 estudiantes del colegio que también dirige. “Estamos viviendo un viacrucis, pero confiamos en que gracias a la caridad llegaremos a una nueva resurrección”, añadió, sin poder ofrecer novedad alguna sobre los dos obispos y tres sacerdotes que fueron secuestrados por los islamistas.
Sobre la tentación personal de abandonar el país, el sacerdote relató que “al empezar la guerra, en 2011, no sabíamos que era lo que pasaba realmente ni imaginábamos cómo iba a acabar. Un año después, dije públicamente a un grupo de jóvenes que no iba a dejar el país mientras haya un solo cristiano en esta tierra”. “Lo que hemos intentado vivir la mayoría de obispos, sacerdotes, monjes y monjas sirios es estar al lado de la gente”, remarcó.