Este año el 25 de diciembre cae en domingo –día de reposo semanal en Marruecos–, pero normalmente, Navidad, la gran fiesta de Navidad, es un día normal, corriente y laborable. No hay luces ni adornos navideños en las calles, excepto algún comercio que, por mimetismo con el mundo cristiano-occidental, pone un árbol o algunas imágenes de Papá Noel.
- OFERTA: Esta Navidad, regala Vida Nueva: la suscripción a la revista en papel para todo el año por solo 99,99 euros
- PODCAST: La luz que alumbra el conflicto
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Para la minoría de cristianos que vivimos en este país, es un poco triste tener que ir ese día a la universidad o al trabajo.
En contrapartida, tenemos la ventaja de poder vivir una Navidad “descomercializada”, libre de ataduras sociales, en la intimidad de la pequeña comunidad que se reúne, sobre todo, en la noche del 24 para celebrar la Eucaristía con toda devoción e ilusión.
Casi siempre hay un concierto de Navidad a cargo de la coral de cada parroquia, también hemos tenido en alguna iglesia exposición de belenes de diversos países y culturas. Un año hasta convocamos un concurso de belenes en el que participaron bastantes de las pocas familias cristianas.
Nuestra peculiaridad
Las escuelas católicas (son 12, con más de 10.000 alumnos en total), a pesar de que todos sus alumnos y profesores son musulmanes, decretan fiesta el 25 sin importar qué día de la semana sea. ¡Hay que marcar un poco nuestra peculiaridad! Y la comunidad educativa lo acoge bien. En la semana precedente, las escuelas sí se adornan con motivos navideños, aunque por el lado más folklórico y menos teológico-espiritual. Pero ordinariamente no dejamos de leer el relato evangélico de Navidad y la sura (capítulo) “Meriem” del Corán, que cuenta también el nacimiento de Jesús: ¡María es la única mujer de la que habla el Corán!, y tiene todo un capítulo con su nombre.
Navidad es un momento privilegiado de encuentro y diálogo interreligioso, como lo son también las fiestas musulmanas. Hay invitaciones mutuas y expresión de buenos deseos. Nunca falta por esas fechas la carta de felicitación del señor ministro de Asuntos Islámicos dirigida a su “hermano” el arzobispo de Rabat. Y son deliciosas las palabras –a veces, frases hechas escuchadas en la televisión– de los pequeños alumnos que nos desean feliz Navidad.
El día 25, sin falta, monsieur Argal, musulmán, padre de un alumno, llega con un sabroso dulce o pastel para la comunidad de hermanas y de religiosos… para que celebren Navidad.
En Navidad nace el Príncipe de la paz, y con Él, el Reino de Paz. ¡Feliz Navidad!